Desde el corazón misericordioso de Madre Carmen…
Una de las Hermanas que vivieron con Madre Carmen nos dejó un testimonio entrañable:
El 24 de diciembre de 1895 nos llamó nuestra Madre Fundadora y nos dijo a la comunidad con aquella bondad que le era tan natural:
– “Mirad, hijas mías, quisiera que en esta Nochebuena no carecierais ni de lo más mínimo; pero el buen Jesús quiere experimentemos los rigores de la santa pobreza”.
Eran como a las cinco de la tarde y contaríamos de comunidad como unas cuarenta o cincuenta, sin contar algunas niñas pobres seráficas.
– “Hijas, no tengo más que pan, medio queso y una peseta”.
En esto sube la portera, sor Juliana, diciendo:
– “Madre, ha venido una niña, que tendrá tres o cuatro años; muy andrajosa, descalcita de pie y pierna, pidiendo una limosna para su mamá que la tiene enferma”.
Nuestra Madre Fundadora contestó:
– “Haz que suba este angelito”.
Al momento estaba la portera con dicha niña cogidita de la mano. Así que nuestra Madre la vio, cogió a la niña acariciándola y preguntándole:
– “¿Cómo te llamas?
– María
– ¿Tienes papás?
– Papá no, mamá sí, pero está enferma
– ¿Has comido?
-Hoy no; mamá no tiene dinero.
Todas estábamos conmovidas.
Nuestra madre mandó a una de las hermanas que fuera a la escuela seráfica y trajera ropa de las niñas y en un momento se la vistió de todo. Con la gracia que solía tener la Madre Fundadora, dice:
-Ya tenemos vestida a Mariquita. Ahora, dadle pan y queso para que meriende.
-Toma esta peseta, se la das a tu mamá; para que haga cena.
Sacrifiquémonos por nuestros prójimos, pero no olvidemos que el mejor medio para hacer el bien es estar bien poseídas y penetradas del purísimo amor de Dios…
Madre Carmen
Son muy pocas las imágenes que se conservan de Madre Carmen y aunque ésta no corresponda con el momento al que hace referencia el texto, nos parece oportuno servirnos de ella para ilustrar el precioso testimonio de Sor Florenciana María de Jesús