guerra camposFranco y la Iglesia Católica
José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Separata de la obra “El legado de Franco”

IV Relación benévola y cooperación con la Iglesia

«Franco ayuda a la Iglesia» (Juan XXIII). No es lo mismo que «confesionalidad» en las leyes. Esta podría coexistir con tirantez o fría distancia en las relaciones; incluso con falta de relaciones diplomáticas. La benevolencia y el espíritu de cooperación brillaron de modo singular en la persona de Franco, y no sólo como relación entre Potestades sino como actitud filial. Declaraciones convergentes de muchos testigos lo destacan como máximo servidor de la Iglesia en muchos siglos. «Nadie ha servido a la Iglesia como él, ni San Fernando», dijo el Cardenal Herrera Oria al catedrático Don Manuel Lora Tamayo. El mismo Prelado, quien como Director de «El Debate» desde 1911 y como protagonista en tantas empresas de la Iglesia Española había podido seguir como pocos el proceso de desintegración nacional, dice en 1961, remitiéndose a su experiencia: «Inmensos son los servicios prestados por V.E. a la Iglesia Y-a España». El Arzobispo de Valencia, M. Olaechea, en 1962: la Iglesia «tanto en la guerra como después de la victoria no sólo no encontró en el Caudillo oposición a su misión divina, sino que encontró aliento y apoyo de toda suerte para llevarla a cabo». Y en 1968 el Papa Pablo VI testimonia «el debido aprecio por la gran obra que ha llevado a cabo en favor de la prosperidad material y moral de la Nación Española y por su interés eficaz en el resurgimiento de las instituciones católicas».

La actitud personal de Franco se refleja en la obra de su Régimen. Veámoslo por sectores.