¿Qué pasaba en realidad?
¿Era una imprudencia de dejar reunirse tanta gente?
Antoñito, que escuchaba las noticias en la televisión respondió: Claro que sí, tenían miedo de una revolución.
¡Sí! respondió su mamá. También amenazaron a Bernadette de encarcelarla si no cesaba de hacer tanto jaleo, y le hicieron muchas preguntas con insistencia y con una voz fuerte para darle miedo.
Pero ella que de naturaleza era muy tímida se encaraba con ellos y repetía siempre la misma cosa.
La Dama le decía de rezar el Rosario, y ella lo acompañaba con el padre nuestro y el gloria…
La Dama le decía que hiciese penitencia.
¿Ella te ha prometido por lo menos riquezas? le decían.
Nada de eso, respondía tranquilamente Bernadette. Ella me ha dicho que no seré feliz en este mundo, pero en el otro.
Finalmente el cura de Lourdes, el Párroco Peyramale…
¿El de las tres cruces? pregunta Antoñito.
Sí, hizo venir a Bernadette y también la riño.
Sin embargo, vio algo en la mirada de la niñita y en su comportamiento, que le dio confianza que no la exteriorizó pero interiormente la creía.
Y para probarla le exigió que preguntase a la Dama su nombre.
Bernadette lo hizo, y tuvo una respuesta, que ella repetía durante todo el camino y corriendo hacia la casa del cura para que no se le olvidase.
Y cuando la puerta se abrió ella gritó sofocada: Yo soy la Inmaculada Concepción.