Padre Manuel Martínez Cano mCR.
Una persona cumple con su primer deber cuando conoce la verdad y vive en la verdad.
No es fácil encontrar hoy la verdad entre tantos errores y mentiras que circulan por los medios de comunicación social. Sin embargo, todos tenemos la obligación de buscar la verdad, porque la verdad existe en sí misma, opinen lo que opinen los hombres. Dos por dos son cuatro: ésa es la verdad; no son ni cinco, ni tres.
No podemos confundir la verdad con la mentira o el error. No podemos decir que dos por dos son cinco o que el órgano de la visión es el hígado. No vemos con el hígado, vemos con los ojos: esa es la verdad.
La verdad es la adecuación de la mente con la cosa. El entendimiento tiene que acoplarse a la realidad. Y eso es la verdad: la adecuación del entendimiento a la realidad de las cosas.
La libertad racional es noble sujeción a la realidad de las cosas. Y la acomodación del entendimiento a la realidad, es la verdad. Y la verdad jamás oprime a la razón; la verdad libera al hombre de la esclavitud del error y de la mentira.
Para conocer y vivir en la verdad hemos de ser humildes: «humildad es andar en verdad» (Sta. Teresa de Jesús).
Hoy vivimos en aquellos tiempos de confusión, profetizados por San Pablo a su discípulo Timoteo: «vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el deseo vehemente de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas» (2ª Tim. 4, 3-4).
La corrupción y confusión actuales están tan generalizadas que muchos jóvenes no piensan por sí mismos. Hablan como si estuvieran programados. Repiten tópicos continuamente. No te extrañe este mimetismo, pues «los medios de comunicación social ponen sutilmente en peligro la libertad y la capacidad de juzgar con objetividad» (San Juan Pablo II).
«Un Estado Moderno que posea el control de los medios de información y de propaganda, puede manipular los espíritus, deformar las conciencias y falsear los criterios» (Eduardo Coloma).
André Mourois, al intentar dar una explicación de la confusión y corrupción reinantes, no duda en afirmar que «el signo de nuestro tiempo es la vuelta de Satanás».
Soljenitsin, Premio Nobel de Literatura y profundo conocedor de la sociedad marxista y liberal capitalista afirma: «El mal del mundo moderno procede de que los hombres han olvidado a Dios, pues la conciencia humana olvidada de lo divino se deprava, y esta depravación determina la mayoría de los crímenes de nuestro siglo».
«La Verdad es Jesucristo. ¡Amad la Verdad! ¡Vivid en la Verdad! ¡Llevad la Verdad al mundo! ¡Sed testimonios de la Verdad que salva, es la Verdad entera hacia la que nos guiará el Espíritu de la Verdad!». (San Juan Pablo II)
La joven Carmelita, Santa Isabel de la Trinidad, exclamaba: «Jesús me ama, Jesús me busca. Ésta es la Verdad. Todo lo demás no interesa… ¡Es tan bella la verdad, la verdad del amor! ¡Me amó y se entregó por mí!».