Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

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Archivos diarios: 1 marzo, 2019

Un superalimento para ayer, hoy y siempre

01 viernes Mar 2019

Posted by manuelmartinezcano in Artículos - Contracorriente

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Padre Pio - Santa MisaSí, estamos hablando de la eucaristía. Aquí vamos a explicarte brevemente qué es, cuales son los beneficios que nos aporta y cómo tomarlo convenientemente.

¿De qué tipo de superalimento hablamos?

Lo primero que tenemos que decir es que la eucaristía es un superalimento del tipo sacramento. Un sacramento es un signo, algo que podemos ver, en este caso un poco de pan o unas gotas de vino, que contiene algo que no podemos ver, más allá de las vitaminas o los hidratos, que es la presencia real de Jesucristo, la gracia que concede al cuerpo la vida eterna. De ahí que muchos hayan llamado a este superalimento en la historia «pan de ángeles», en recuerdo de aquel maná que Dios dio a Moisés y a su pueblo (Ex 16).

Entonces, ¿qué es la eucaristía?

La eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su muerte y resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.

¿Cuándo instituyó Jesucristo la eucaristía?

Jesucristo instituyó la eucaristía el Jueves Santo, “la noche en que fue entregado”, mientras celebraba con sus apóstoles la Última Cena.

¿Cómo instituyó la eucaristía?

Después de reunirse con los apóstoles en el cenáculo, Jesús tomó en sus manos el pan, lo partió y se lo dio, diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”. Después tomó en sus manos el cáliz con el vino y les dijo: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”.

¿Qué representa la eucaristía en la vida de la Iglesia?

La eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua. Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del Cielo y anticipamos la vida eterna.

¿Qué lugar ocupa la eucaristía en el designio divino de salvación?

En la Antigua Alianza, la eucaristía fue anunciada sobre todo en la cena pascual, celebrada cada año por los judíos con panes ázimos, como recuerdo de la salida apresurada y liberadora de Egipto. Jesús la anunció en sus enseñanzas y la instituyó celebrando con los Apóstoles la Última Cena durante un banquete pascual. La Iglesia, fiel al mandato del Señor: “Haced esto en memoria mía” (1ª Cor 11, 24), ha celebrado siempre la eucaristía, especialmente el domingo, día de la resurrección de Jesús.

Entonces, ¿la eucaristía se celebra o se recibe?

La eucaristía se recibe dentro de una celebración. Ya que la eucaristía nos une con Dios y con su pueblo, la Iglesia, recibirla en el marco de una celebración ayuda a entender que nada de ella sucede al margen del pueblo, que un sacramento se recibe siempre por la Iglesia, en la comunión de la Iglesia y para el beneficio de toda la Iglesia.

¿Cómo se desarrolla la celebración de la eucaristía?

La celebración eucarística se desarrolla en dos grandes momentos, que forman un solo acto de culto: la liturgia de la Palabra, que comprende la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios; y la liturgia eucarística, que comprende la presentación del pan y del vino, la anáfora o plegaria eucarística, con las palabras de la consagración, y la comunión.

¿En qué sentido la eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo?

La eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo, en el sentido de que hace presente y actual el sacrificio que Cristo ha ofrecido al Padre, una vez por todas, sobre la cruz en favor de la humanidad. El carácter sacrificial de la eucaristía se manifiesta en las mismas palabras de la institución: “Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros” y “Este cáliz es la nueva alianza en mi Sangre que se derrama por vosotros” (Lc 22, 19-20). El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la eucaristía son un único sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente, y sólo es distinto el modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la eucaristía.

¿De qué modo la Iglesia participa del sacrificio eucarístico?

En la eucaristía, el sacrificio de Cristo se hace también sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo. En cuanto sacrificio, la eucaristía se ofrece también por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del Cielo está unida a la ofrenda de Cristo.

¿Cómo está Jesucristo presente en la eucaristía?

Jesucristo está presente en la eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino.

¿Qué significa transubstanciación?

Transubstanciación significa la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre. Esta conversión se opera en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, permanecen inalteradas las características sensibles del pan y del vino, esto es las “especies eucarísticas”.

¿Cuándo obliga la Iglesia a participar de la Santa Misa?

La Iglesia establece que los fieles tienen obligación de participar de la Santa Misa todos los domingos y fiestas de precepto, y recomienda que se participe también en los demás días.

¿Qué se requiere para recibir la comunión?

Para recibir la sagrada comunión se debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien es consciente de haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Son también importantes el espíritu de recogimiento y de oración, la observancia del ayuno prescrito por la Iglesia y la actitud corporal (gestos, vestimenta), en señal de respeto a Cristo.

¿Cuáles son los frutos de la sagrada comunión?

La sagrada comunión acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida en el bautismo y la confirmación y nos hace crecer en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.

¿Por qué se dice que la eucaristía es “prenda de la gloria futura”?

La eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del Cielo, nos fortalece en la peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la vida eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la Iglesia del Cielo, a la Santísima Virgen y a todos los santos.

Y, en concreto, ¿cómo se recibe la sagrada eucaristía en la Misa?

El sacerdote toma la patena o el copón y se acerca a quienes van a comulgar, los cuales de ordinario, se acercan procesionalmente.

No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho menos pasarlo de mano en mano entre ellos. Los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia.

Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el sacerdote, teniendo la Hostia un poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga responde: Amén, y recibe el sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la consume íntegramente.

Por último, ¿y la eucaristía que no se ha consumido en la comunión?

Esta queda reservada en el sagrario, una especie de despensa cerrada, preciosamente decorada e iluminada, cerca del cual se sitúa una vela, siempre encendida, que nos recuerda que ahí está realmente presente Cristo. Por eso, al entrar en una iglesia y descubrir el sagrario y la luz, hacemos una genuflexión (llevando la rodilla derecha al suelo), como signo de fe y devoción. Y repetimos el mismo gesto al salir. ¡Así, nuestro cuerpo reconoce y desea unirse al Señor, participar en este saludable superalimento!

La derecha imbécil y, además, inútil

01 viernes Mar 2019

Posted by manuelmartinezcano in Artículos - Contracorriente

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Jesús Laínz

Niña acariciando el rostro de Jesús“Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. Bien claro lo dejó Ortega y Gasset hace ya casi un siglo. Y el paso del tiempo no ha hecho más que confirmar la contundente sentencia del filósofo madrileño. Olvidémonos hoy de la izquierda, esa plaga cósmica, con el objeto de centrarnos en esa derecha que tantos votantes derechistas se empeñan en creer que todavía existe. Y no nos quedará otro remedio que cometer la impertinencia de corregir a Ortega añadiendo a sus palabras de los años 30 un adjetivo sin el que su definición se queda incompleta ochenta años después: porque la derecha, además de imbécil, es totalmente inútil.

Confiéselo, derechista lector: ¿qué es la derecha, especialmente en España, sino esa piedra en el camino que sólo sirve para obstaculizar el paso de los demás? Nunca aporta nada, nunca propone nada, nunca decide nada. Se limita a esperar sin mover un músculo. Su lema es “Me opongo”, pero nunca pasa de ahí. Lenta, artrítica, paralizada y cobarde hasta el infinito. Mariano Rajoy lo personificó de manera probablemente insuperable.

Otras posibles definiciones: “cualquier derecha en nuestro tiempo no es más que una izquierda de ayer deseosa de digerir en paz” (Nicolás Gómez Dávila) y “la derecha es la izquierda con cinco de años de retraso”. Porque ¿no se ha fijado, avispado lector, en que la derecha asume como propias las propuestas que la izquierda defendió algunos años atrás y a las que en aquel momento se opuso? Haga un poco de memoria y comprobará cómo, en cualquier campo de la política, los pasos dados por la izquierda, a los que la derecha se opuso en su día, unos años después -o últimamente tan solo unos meses o unas semanas después- pasan a fosilizarse, a eternizarse como algo dado por la naturaleza de las cosas e inamovible por una derecha que acabó haciéndolos suyos. Tan sólo tres ejemplos, aunque se podrían poner muchos más: el horror del aborto -que ya nunca volverá a ser cuestionado-, la catástrofe neopedagógica -diseñada por la izquierda y jamás tocada por la derecha a pesar del evidente analfabetismo de las nuevas generaciones- y todo lo relacionado con esa demencia totalitaria y anticonstitucional llamada “ideología de género” -a la que ahora la derecha se apunta con el ímpetu del converso- que tantos disparates, tantas injusticias y tanto dolor está provocando.

Por eso votar a la derecha ha provocado, durante cuatro largas décadas, los mismos efectos que votar a la izquierda. Y por eso la derecha llevará siempre las de perder. En primer lugar, porque la pillarán siempre con el paso cambiado. Y, en segundo, porque quien siempre niega y nunca da un paso al frente jamás levantará el entusiasmo de nadie. Y los que, a pesar de todo, acaben decidiendo apoyarla para evitar los mayores males provenientes de la izquierda, lo harán a regañadientes y tapándose la nariz.

A finales del XIX, el Nobel noruego Knut Hamsun puso en labios de un personaje de su novela Redactor Lynge estas palabras que parecen salidas de un mitin socialista de hoy: “La derecha no ve más que peligros y malos caminos en todo cuanto damos un paso adelante. De esta manera resulta difícil entender las cosas y marchar al compás de los tiempos. Porque estos hombres que frenan y frenan, y dicen a todo que no, están totalmente atascados, y si hubieran vivido en otra época, en la suya, se hubieran opuesto también a cuanto supusiera avanzar y estaríamos como hace cincuenta años. Pero no encontrarán apoyo alguno en estos tiempos de verdadera libertad. No hay que darles importancia sino compadecerlos por pobres retrógrados, estancados, cuando el resto del mundo avanza vertiginosamente. Sin embargo, hay que estarles agradecidos en cierto modo: con su tozuda resistencia estimulan nuestros esfuerzos en pro del progreso. Pero no les dejemos nunca convencer a nadie; hay que apartarlos del camino de la libertad. Debemos oponemos a ellos con todas nuestras fuerzas, en todos los lugares y ocasiones. Que todo el mundo sepa que la derecha está condenada a ir siempre colgada del carro triunfal de la izquierda, entorpeciendo su marcha y dificultando sus leyes y decisiones. Pero la izquierda estará siempre vigilante, será la salvaguardia del progreso y su más firme defensora”.

Pues bien: a esa hemiplejía moral a la que, por inercia, se sigue llamando derecha, encarnada por este, ese o aquel partido, sólo le queda la opción de remangarse y no cejar hasta quitarle la razón al novelista noruego. O ya puede ir cerrando el tenderete, retirarse a casa y dejar de molestar.

A ver si es verdad que esa nueva derecha desacomplejada que está empezando a asomar la cabeza por aquí responde a las esperanzas que en ella han empezado a depositar más españoles de los que imaginamos. Porque de la otra olvídense: ya es historia.

(Razón Española)

Ciencia, homosexualidad y esperanza (9)

01 viernes Mar 2019

Posted by manuelmartinezcano in Artículos - Contracorriente

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Terapia y doctrina católica

jesús, José y MaríaDebiera señalarse que los católicos no pueden apoyar formas de terapia que fomentan el reemplazo de un pecado sexual con otro. (Schwartz 1984) Algunos terapeutas, por ejemplo, no consideran a un paciente como “curado” hasta que pueda envolverse cómodamente en actividades sexuales con el sexo opuesto, aunque el paciente no esté casado. (Masters 1979) Otros estimulaban al paciente a masturbarse empleando imaginaciones heterosexuales. (Blitch 1972; Conrad 1976).

Para un católico con atracción hacia su mismo sexo, la meta de la terapia debiera ser la libertad de vivir castamente de acuerdo a su estado en la vida. Algunos de los que han bregado con atracción por el mismo sexo creen que están llamados a una vida de celibato. No debiera hacérseles creer que han fracasado en el intento de adquirir libertad, porque no experimenten deseos sexuales por el sexo opuesto. Otros pueden querer casarse y tener hijos. Hay buenas razones para esperar que muchos van a poder alcanzar esta meta a su debido tiempo. Sin embargo, no debiera estimulárselos a precipitarse a un matrimonio, ya que hay abundante evidencia de que el matrimonio no es cura para la atracción por el mismo sexo. Con la ayuda poderosa de la gracia, los sacramentos, apoyo de la comunidad y un terapeuta con experiencia, un individuo bien decidido debiera ser capaz de alcanzar la libertad interior que Cristo ha prometido.

Terapeutas experimentados pueden ayudar a individuos a descubrir y comprender las causas profundas de los traumatismos emocionales que dieron origen a la atracción por el mismo sexo y poder seguir la terapia que va a ayudar a resolver ese problema. Hombres que experimentan atracción por su propio sexo, a menudo descubren que su identidad masculina fue afectada negativamente por sentimientos de rechazo por parte de su padre, o de sus iguales, o de una imagen corporal pobre que resulta en tristeza, rabia e inseguridad. Al mejorar el sufrimiento emocional en la terapia, la identidad masculina es reforzada y la atracción por el propio sexo disminuye.

Declaración sobre la homosexualidad de la Asociación Médica Católica

Chispicas 214

01 viernes Mar 2019

Posted by manuelmartinezcano in Chispicas

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Padre Martínez Cano, m.C.R.

San José y Niño Jesús tocando la barba* Los sacerdotes que celebramos la Santa Misa con el rito romano ordinario no damos la espalda a Cristo. En la Santa Misa el sacerdote es Cristo.

* Lean con atención, todos: católicos, protestantes, ateos, agnósticos, políticos, ricos, pobres… estas palabras de San Pablo: «No os engañéis, con Dios no se juega».

* «Someteos a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios y Dios se acercara a vosotros» (Santiago 4, 7-8). Dicho está. De niños decíamos «tonto el último».

* A veces, oímos decir «es que no somos santos» Santa Teresa de Jesús nos dice: «Mirad que aunque no lo somos, es grande bien pensar, si nos esforzamos lo podríamos ser, dándonos Dios la mano».

* Con la negación de la existencia de Dios, se justifican todas las ideologías, todas las revoluciones, todos los crímenes. Los revolucionarios siempre quieren destruir el orden establecido por Dios.

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