Se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

El Párroco

* La libertad racional es noble sujeción a la realidad de las cosas. Y la acomodación del entendimiento a la realidad, es la verdad. Y la verdad jamás oprime a la razón; la verdad libera al hombre de la esclavitud del error y de la mentira.

* Agustín de Hipona, joven africano, se dejó arrastrar por las pasiones desordenadas y se unió ilícitamente con una mujer de la que tuvo un hijo. Más tarde profesó el maniqueísmo, error filosófico y religioso, que le incapacitaba para llegar al conocimiento de la verdad.

* Gracias a las oraciones y lágrimas de su madre -Santa Mónica- Agustín se convirtió y llegó a ser uno de los hombres más santos y sabios de la historia. En uno de sus libros. Dice: »¡Tarde te conocí, oh, verdad antigua! ¡Tarde te conocí, oh, verdad eterna! Tú estabas en la luz y yo en las tinieblas y no te conocía, porque no podía ser iluminado sino por Ti, pues no existe la luz fuera de Ti».

* San Agustín, que se dejó arrastrar por la vanagloria y la mundanidad, dice: »Si me preguntas cuál es el camino que conduce al conocimiento de la verdad, qué cosa es lo esencial de la religión de Jesucristo, te responderé: Lo primero es la humildad, lo segundo es la humildad y lo tercero es la humildad y cada vez que hagáis la misma pregunta, os daré la misma respuesta».

* Para conocer y vivir en la verdad hemos de ser humildes: »humildad es andar en verdad» (Santa. Teresa de Jesús).

* La joven Carmelita, Santa Isabel de la Santísima Trinidad, exclamaba: »Jesús me ama, Jesús me busca. Esta es la Verdad. Todo lo demás no interesa… ¡Es tan bella la vedad, la verdad del amor! ¡Me amó y se entregó por mí!».