JEAN DUMONT, Historiador francés

ISABEL LA CATÓLICA, LA GRAN CRISTIANA OLVIDADA

LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA: SOMBRAS, PERO TAMBIÉN LUCES (XVI) 

“Qué movida” (1)

A tal punto que, en el enorme tomo I de la Historia de la Inquisición de la BAC, 1500 páginas, donde se dice dar todo el “proceso histórico” de la Inquisición, no se encuentra ni una palabra de los numerosos testimonios y hechos que la hacen justicia, y que nosotros hemos citado. Ni una palabra de los testimonios de Antonio del Corro y de Ortiz de Zúñiga, de la verdad humana y cristiana de Torquemada, de la extraordinaria apertura bíblica de Quiroga, del formidable mecenazgo de Sandoval, del monumento de lucidez y caridad que fue el Índice de Sotomayor rechazando las condenaciones de Giordano Bruno, Galileo y Descartes, del valor etnológico y de la prudencia de las investigaciones inquisitoriales, como señala Henningsen, del notable “bajo índice de productividad” de la represión inquisitorial según Domínguez Ortiz, del juicio de Bennassar sobre la superioridad de la justicia inquisitorial. ¡Nada de todo esto! Y sí se encuentra en esta publicación católica un montón de notas y de chismes sobre las corrupciones financieras o sexuales de tal o cual inquisidor (algo que se encuentra de vez en cuando en la misma Iglesia), no hay ni una palabra sobre la santidad de otros inquisidores, como la santidad esplendorosa del presidente del tribunal inquisitorial de Granada durante los años 1570, un tal Toribio de Mogrovejo, que será San Toribio, cuyo nombre ni siquiera es citado. Ni una palabra sobre las cualidades de erudito, de fundador cultural y caritativo, de uno de los últimos inquisidores generales, Francisco Lorenzana, que llenó Toledo de soberbias fundaciones. Del que escribió Bonrgoing, el embajador de la Revolución francesa en Madrid, que era un “prelado tan ilustrado como benefactor”. Por el contrario, se encuentra en la BAC esta afirmación de un rigor de análisis que nos deja admirados: las “supervivencias” de la Inquisición son nada menos que la K.G.B. y la C.I.A. (pág. 228). ¡Qué movida! para la hasta entonces venerable BAC.