BAND_ESPA_A_SAGRADO_CORAZONMarcelino Menéndez y Pelayo
Cultura Española, Madrid, 1941

¿Cuáles fueron las consecuencias políticas y sociales del gran acto de Recaredo? Antes había en la Península dos pueblos rivales, recelosos .siempre el uno del otro separados en religión, en costumbres, en lengua, condenados a ser el uno Victima y el otro verdugo, regidos por leyes especiales y contradictorias. Semejante estado de Cosas se oponía de todo en todo al progreso de la cultura una de las razas debía ceder a la otra, y Recaredo tuvo valor para sacrificar, si sacrificio fue, y no bautismo y regeneración, la suya; y él, monarca godo, cabeza de un imperio militar, vástago de Alarico, el que vertió sobre Roma la copa de las iras del Señor, vino a doblar la frente, para levantarla con inmensa gloria, ante aquellos Obispos, nietos de los vencidos por las hordas visigodas, esclavos suyos, pero grandes por la luz del entendimiento y por el brío incontrastable de la fe. Apenas estuvieron unidos godos y españoles por el culto, comenzó rápidamente la fusión, y paso tras paso olvidaron los primeros su habla teutónica, para adoptar las dulces y sonoras modulaciones del habla latina; y tras de Recaredo vino Recesvinto para abolir la ley de razas que prohibía los matrimonios mixtos, y hubo reyes bárbaros casados con romanas y reyes bárbaros que escribieron en la lengua que Virgilio.

La organización del Estado, hasta entonces ruda, selvática y grosera, como de gente nacida y criada en los bosques, modificóse puesta en contacto con la admirable ordenación de los Concilios. Así, insensiblemente, por el natural predominio de la ilustración sobre la rudeza, comenzaron éstos a entender en negocios civiles, con uno u otro carácter, con una u otra forma. Los males del sisa tema electivo se aminoraron en lo posible; disminuyóse la prepotencia militar; fue cercado de presidios Y. defensas, al par de cortapisas que alejasen toda arbitrariedad, el trono; moderóse (porque extinguirlo fuera imposible) todo elemento de opresión y de desorden, y hasta se suavizó el rigor de las leyes penales. Portal influjo, el Fuero Juzgo vino a exceder a todos los códigos bárbaros, y no fue bárbaro más que en parte: en lo que nuestros Obispos no podían destruir so pena de aniquilar la raza visigoda.

Dicen que los Concilios usurparon atribuciones que no les correspondían: ¿Quién sostendrá semejante absurdo? ¿De qué parte estaba el saber y de qué parte la ignorancia? ¿A quién debía de ceder la Iglesia el cargo de educar y dirigir a sus nuevos hijos? ¿Acaso a los Witericos, Chindasvintos o Ervigios, que escalaban el trono con el asesinato de su antecesor o con algún torpe ardid para privarle de la corona? ¡Mucho hubiera adelantado la humanidad bajo tales príncipes! La tutela de los Concilios vino, no impuesta ni amañada, sino traída por ley providencial y solicitada por los mismos reyes visigodos.

No todo el pueblo arriano consintió en la abjuración, por desgracia suya y de aquella monarquía. Hubo, aparte de algunos Obispos intrusos, un elemento guerrero, hostil e intratable, que ni se ajustó a la divinización hispano-romana Por él no comprendida, ni oyó las enseñanzas de la Iglesia; antes la persiguió, siempre que pudo, en conjuras o levantamientos contra los monarcas que ella amparaba. Esta oposición militar y herética representada primero por Witerico, aparece más o menos embozada con la usurpación de Chindasvinto en la guerra de Hilderico y Paulo contra Wamba, y sobre todo, en Witiza y en sus hijos, o quienes quiera que fuesen los traidores que abrieron a los árabes las puertas del Estrecho. Lograron, por cierto, su inicua venganza, mas para quedar anulados como nación en justo castigo de tanta perfidia. La raza que se levantó para recobrar palmo a palmo el suelo nativo era hispano-romana; los buenos visigodos se hablan mezclado del todo con ella. En cuanto a la estirpe de los nobles que vendieron su patria, Dios la hizo desaparecer en el océano de la historia (1).

(l) Heterodoxos. Tomo II, páginas 179 a 181, 185 y 187 a 189.