La buena educación de los jóvenes es ciertamente el mejor oficio, el más digno y más noble, por establecer y ejercitar con amplitud de caridad, en la Iglesia, un eficacísimo remedio de preservación y curación del mal y de inducción e iluminación del bien, a favor de los niños de toda condición y, por lo tanto, de todos los hombres que pasaron antes por aquella edad. Y esto mediante las letras y el espíritu, las buenas costumbres y las mejores maneras, con la luz de Dios y la del mundo.
San José de Calasanz Año 1621 , (nº 1195)