Padre Manuel Martínez Cano, mCR
La primera fuente de la vida sobrenatural es la Sagrada Escritura, la Biblia. En ella encontramos las enseñanzas, preceptos, consejos, oraciones y ejemplos que nos señalan el camino de la perfección cristiana.
A Dios nadie lo ha visto jamás. Por medio de la Biblia, conocemos su naturaleza y sus atributos. Dios es todopoderoso, lo ha creado todo de la nada; es inmenso, está en el Cielo, en la Tierra y en todas partes; es infinitamente sabio y bondadoso; infinitamente justo y misericordioso; su providencia se extiende a todos sus criaturas, sobre todo a hombres y mujeres, a quienes concede todos los bienes para salvarlos y llevárselos a la eterna felicidad del Cielo.
Por la Encarnación del Verbo, de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios se hace hombre en las purísimas entrañas de la Niña Hermosa de Nazaret, la Virgen Santísima. Y Jesús se deja torturar y crucificar para salvarnos. Esta doctrina sublime, nos estimula a amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas, con todo el alma. Nos lanza a vivir santamente, a caminar por esta vida por el “camino estrecho” que lleva a la perfección cristiana y a la vida de eterna felicidad del Cielo.
La Sagrada Escritura nos enseña una moral compuesta de preceptos y consejos. Los Mandamientos de la Ley de Dios que entregó a Moisés en el monte Sinaí. Mandamientos que, como aprendimos en el catecismo, se encierran en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por amor de Dios.
Los Profetas recuerdan constantemente al Pueblo Elegido, Israel, la justicia y amor de Dios para que se aparte del pecado y de la idolatría, culto a los falsos dioses.
Los libros sapienciales del Antiguo Testamento, nos ofrecen una exposición anticipada de las virtudes cristianas.
En el Nuevo Testamento, tenemos la admirable doctrina de Jesús, sintetizada en el Sermón de la Montaña, en las Bienaventuranzas que es el vivo retrato de nuestro Señor.
Los Evangelios son una mina inmensa de vida sobrenatural; también las cartas o epístolas. Destaca San Pablo por sus aplicaciones prácticas. El Nuevo Testamento es un verdadero código de perfección cristiana.
En las Sagradas Escrituras, hallamos muchas oraciones para alimento de nuestra vida espiritual. Los Salmos, son oraciones tan bellas y profundas que la Iglesia los ha puesto en la Liturgia de la Santa Misa y en las Horas, para alabar a Dios y santificarnos.
El Padre nuestro, que Jesús nos enseña, es la oración más sencilla, más hermosa y más completa de toda la Sagrada Escritura. Es impresionante ¡Dios es nuestra Padre!
Los ejemplos de personas santas del Antiguo Testamento, es amplía: Abel, Noé, Abraham, José, Moisés, David, los Profetas, los Macabeos y otros muchos más que necesitarían un espacio del que no disponemos. Cierto que tuvieron sus defectos, pero mantuvieron su fe en medio de generaciones corrompidas.
Hoy más que nunca necesitamos Profetas y Reyes que proclamen el Evangelio por todos los rincones de la Tierra. Necesitamos Macabeos valientes que “combatan los nobles combates de la fe”, como ellas hicieron.