Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965
1º Su necesidad. -Son las obras de misericordia aquella en las que prácticamente ejercitamos la caridad. -No basta tener caridad en los afectos…, en los sentimientos…, en los juicios… y en, las palabras…; es necesario que también la tengamos en las obras. -Así dice expresamente San Juan: «Hijitos míos no amemos sólo con la palabra y la lengua, sino con obras de verdad»… -Todos decimos, en lenguaje familiar, que «obras son amores y no buenas razones»… Por tanto, el amor más ha de consistir en las obras que en otras cosas.
Por otra parte, el haber participado con espíritu cristiano las obras de misericordia y piedad, nos servirá de grandísimo consuelo algún día…, ya que ellas según el mismo Jesucristo, decidirán nuestra suerte eterna: «Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y sed…, etc., y me disteis de comer… Al contrario, dirá a los condenados: «Id, malditos, al fuego eterno, porque no me disteis de comer ni de beber…, esto es, por que no quisisteis practicar las obras de misericordia. -Es, por lo mismo un deber sacratísimo…, una verdadera obligación que Cristo nos impone, de compadecernos y socorrer a nuestros hermanos…, sean quienes sean.
Recuerda la parábola del Buen Samaritano, en la que al mismo tiempo que retrata su corazón lleno de dulzura y compasión hacia los desgraciados, condena duramente a los que obran sin misericordia. -Si no obramos con misericordia, no la conseguiremos tampoco de Él algún día…, y como Él primero practicó y luego enseñó, fue en esto para nosotros modelo acabadísimo. -Toda su vida, se redujo a estas palabras: «Pasó haciendo el bien a todos»… Esa es su historia…, ya está con eso dicho. -Y como discípula de tal maestro y de tal escuela, la Santísima Virgen fue también la primera en cumplir con este precepto, y lo ejercitó durante toda su vida con gran perfección.
San Vicente de Paúl, hablando de las obras de caridad, solía decir: «pongamos delante de nuestros ojos, como nobilísimo ejemplar, a la Madre de Dios y obremos conforme a tal digno y soberano modelo…» Y así, con ese modelo y con esa máxima, llegó el Santo a ser el héroe infatigable de la caridad cristiana.- Pero descendamos a más detalles y veamos por partes las diversas obras de misericordia en que debemos ejercitarnos…
2º Obras espirituales. -Estas obras de misericordia son, sin duda, las más importantes y las más excelentes, pues tienen relación directa con el alma…, con la salvación de la misma… y, naturalmente, todo esto es mucho más estimable que el cuerpo y la felicidad temporal, que es de lo que tratan las obras de misericordia corporales. -La Santísima Virgen, ejercitó y ejercita actualmente con las almas su misericordia maternal… No hablemos de los pecadores empedernidos, de los criminales y malvados…, de los que por Ella han obtenido la gracia de su conversión, porque esto algún día lo sabremos en el Cielo, ya que ahora es imposible calcularlo.
Recuerda tú los peligros que has tenido…, las ocasiones que te presentaba el demonio…, la lucha de las pasiones, a veces en forma imprevista…, cuando menos lo esperabas… ¿A qué debes no haber caído entonces? Quizá tú no vigilabas y el demonio trató de sorprenderte, y Ella fue la que te avisó…la que te dio fuerza para reaccionar…, para vencer ¿Quién te ha inspirado tantos buenos afectos tantos buenos propósitos, etc.?… ¿Quién te ha dado luz para conocer la voluntad de Dios… y fuerza y alientos para seguirla sin vacilar, aunque fuera a costa de grandes sacrificios? Sería cosa de no terminar, discurrir por este camino, pues fuera necesario para ello enumerar todos los santos del Cielo…, todas las almas que se han salvado…, todos los pecadores arrepentidos. Mas si quieres, recuerda en su misma vida lo que nos dice la Sagrada Escritura… que nos dice la Sagrada Escritura… Ella acogió a los Apóstoles después de la Ascensión…, les preparó admirablemente para la venida del Espíritu Santo…, les alentó y confortó con su ejemplo…, con sus palabras y con sus virtudes… Fue la madre de la naciente Iglesia. ¡Con qué cariño recibiría a los nuevos cristianos!… ¡Cómo les informaría y recibiría en la Fe!… ¡Qué admirable catequista!
Y cuando brotaron las primeras persecuciones… y los Apóstoles fueron encarcelados…, azotados…, perseguidos, ¿quién les aconsejaba y dirigía si no Ella?… ¿Adónde acudirían ellos, sino a la Virgen a buscar consuelo…, ánimo .., esfuerzo…, todo lo que necesitaban?… Aquí tienes, pues, la magnífica obra de misericordia que puedes ejercitar con el prójimo… Trabajar por su alma…, cooperar con Dios a la obra de su salvación… ¿Hay algo más divino?… Cuando no puedas hacer otra cosa, ora…, sacrifícate…, mortifícate por ellos…, ¡por todos!…, por los pecadores…, por los justos e inocentes…, por los herejes y cismáticos…, por los infieles.
3º Obras corporales. -Fácil es suponer cómo haría la Virgen Santísima estas obras continuamente… Detente a considerar como recibiría a los pobres que fueran a pedirla limosna.., ¡Cuántas veces les daría de su misma pobreza, quitando, no ya Io superfluo, sino lo más indispensable!… ¡Qué alojamiento haría a los peregrinos, según la ley de la hospitalidad que regía en el pueblo judío!… ¡Qué visitas suyas a los enfermos de la vecindad!
En fin, si quieres dejar las suposiciones, aunque tan ciertas como éstas, medita de nuevo en su intervención en el milagro de las bodas de Caná… y allí descubrirás una ternura maternal…, una diligencia activa…, una prontitud infatigable. -Ella es la única que nota la falta del vino y la turbación que iba esto a producir… ¡Cuán tiernamente sintió Ella el trastorno que iba esto a ocasionar a los invitados… y la vergüenza y confusión a los de la casa! Su corazón se conmovió ante aquel apurado trance, y 10 sintió como si fuera cosa propia.
Es, sin duda éste, uno de los actos de delicadeza más viva y singular de la Virgen… Por eso, decide prestar aquel favor y socorrer aquella necesidad con gran diligencia… Pone en juego sus palabras…, su caridad… su confianza y su influencia para con su Hijo… y fue un gran consuelo para su corazón dar a aquellos desposados lo que entonces podía darles… ¡Qué contento… ¡Qué gusto!…, ¡Qué deleite más espiritual y más divino el que sitió la Santísima, Virgen con aquella agradable sorpresa que les preparó!… Así nosotros hemos de buscar este gusto y este deleite, que sienten las almas buenas, cuando remedian alguna necesidad… ¿nunca lo has experimentado?…
La caridad es ingeniosa y activa…; por lo mismo ella buscará miles de medios y ocasiones a diario, para ejercitar las obras de misericordia corporales. -Mira, en el ejemplo de María, como se aprovecha de aquella ocasión…, no la desperdicia y eso que pudo muy bien haber disimulado y no la desperdicia yeso que pudo muy bien haber disimulado y no darse por enterada. -La caridad no entiende de disimulos y busca y aprovecha cualquier oportunidad.
Recorre, una por una, todas las obras de misericordia espirituales y corporales…, examínate en todas ellas conforme a lo que has meditado…, Avergüénzate y pide perdón de las veces que en ellas hayas faltado… Pide a la Santísima Virgen más corazón ante las desgracias ajenas…, que las sientas como las propias, y que te dé a gustar el placer inmenso de hacer bien por todas partes.