san rafael arnaizSan Rafael Arnáiz Barón

Monje Cisterciense

 

Datos biográficos:

Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.

Dotado de una precoz inteligencia, ya desde su primera infancia daba señales claras de su inclinación a las cosas de Dios. En estos años recibió la primera visita de la que había de ser su sino y compañera: la enfermedad que le obligó a interrumpir sus estudios. Recuperado de ella, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la Santísima Virgen, a finales de verano de 1922 lo llevó a Zaragoza, donde le consagró a la Virgen del Pilar, hecho que no dejó de marcar el ánimo de Rafael.

Trasladada su familia a Oviedo, allí continuó sus estudios medios, matriculándose al terminarlos en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.

Con una inteligencia brillante, Rafael estaba dotado de destacadas cualidades para la amistad. A la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, crecía también en su experiencia espiritual de vida cristiana.

En su corazón bien dispuesto, Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida monástica. Habiendo tomado contacto con el monasterio cisterciense de San Isidoro de Dueñas -su Trapa- se sintió fuertemente atraído por lo que vio era el lugar que correspondía con sus deseos íntimos. Allí ingresó el 16 de enero de 1934.

Dios quiso probarle misteriosamente con una penosa enfermedad -la diabetes sacarina- que le obligó a abandonar tres veces el monasterio, adonde otras tantas volvió en aras de una respuesta generosa y fiel, realmente heroica, a lo que sentía ser la llamada de Dios.

Santificado en la gozosa fidelidad a la vida monástica y en la aceptación amorosa de los planes de Dios, consumó su vida en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién estrenados los 27 años, siendo sepultado en el cementerio del monasterio.

Pronto voló imparable su fama de santidad allende los muros del monasterio. Con la fragancia de su vida, sus numerosos escritos continúan difundiéndose con gran aceptación y bien para cuantos por su medio entran en contacto con su espiritualidad. El 19 de agosto de 1989 SS. Juan Pablo II le propuso como modelo para los jóvenes en Santiago de Compostela con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, proclamándole Beato el 27 de septiembre de 1992. Y  Canonizado por el Papa Benedicto XVI el 11 de octubre 2009.

Espiritualidad:

Su espiritualidad, tan rica en matices, está polarizada en la búsqueda de Dios, que cada vez se hace más dominante en su vida, y que él expresa en una frase muy propia en la que parece decirlo todo: «¡Sólo Dios!» Dios lo llena todo en su vida. Fuera de Él, nada tiene sentido.

Por eso la vida de Rafael es ante todo un testimonio de la trascendencia de Dios; de lo absoluto de Dios. No un Dios de quien se conocen muchas cosas, sino un Dios experimentado en la vida y que le ha fascinado.

Así fascinado por Dios, descubrió que la vida monástica era «su» camino, porque sintió que Dios le llamaba a vivir sólo para buscarle a Él en una vida oculta, la del no ser, a fin de ser únicamente para Dios.

Sediento de Dios, su única aspiración era la de vivir para amar, porque era un hombre hecho para amar y porque Dios no quería más que su amor desprendido de todo. Y porque no quería que su vida fuera otra cosa más que un acto de amor, y quería amar a Jesús con frenesí, en expresión suya, quisiera dejar de vivir, si vivir pudiera sin amarle.

Estas expresiones, que en otro pudieran parecer una mera aspiración piadosa, vacía de contenido, en Rafael tenían un sentido muy profundo, como tuvo ocasión de demostrarlo en su vida, sobre todo al pasar por la dura prueba de la enfermedad que le obligó a salir repetidas veces del Monasterio, torciendo sus ilusiones, y volviendo otras tantas veces a reemprender la vida monástica.

Efectivamente, la enfermedad fue el crisol en que Dios quiso moldearle. A través de ella, Rafael descubrió el camino de la cruz que Dios le ofrecía como alternativa. En la Cruz descubrió su tesoro, su descanso. En ella descubrió que estaba Dios, y no la cambiaría por nada ni por nadie, como él decía. La amó hasta la paradoja de sentirse absolutamente feliz porque se sentía absolutamente desgraciado.

Purificado en el amor y en el dolor, Rafael, de carácter jovial y comunicativo, atractivo a todos los que le trataban, se hizo cada día más trasparente a Dios, a su Espíritu y a los hombres. Es el fruto de una humildad sincera, aprendida a la luz y en el contacto con Dios, que no tolera una falta en los repliegues del corazón.

Finalmente, otra nota muy significativa de su espiritualidad es su amor entrañable a María, que ocupa un lugar central en su camino hacia Dios. De ella recibe ayuda, luz, consuelo, y con ella mantiene unas relaciones llenas de confianza, sencillez y ternura.san rafael arnaiz

Su Trapa:

Dotado de una profunda sensibilidad e inclinación hacia las cosas de Dios, el encuentro de Rafael con la vida del monasterio cisterciense de San Isidoro de Dueñas fue realmente providencial, despertando en él una gran ilusión, la ilusión de su vida.

La vida cisterciense es una vida monástica, dedicada únicamente a la búsqueda de Dios en el seno de una comunidad de hermanos, en la soledad y el silencio, en el trabajo, principalmente manual con que se ganan su subsistencia y los medios para compartir con los más necesitados, en la oración asidua, realizada sobre todo en la Liturgia de las Horas, y la escucha de la Palabra de Dios en la Lectio divina, que es lectura y oración, dentro de una vida consagrada a Dios en la obediencia humilde al Abad. Los monjes cistercienses viven en el corazón de la Iglesia una vida escondida con Cristo en Dios para bien de todos los hombres.

La vida de la Trapa que conoció Rafael estaba marcada por unas notas de especial austeridad, tanto en el régimen alimenticio, con frecuentes y duros ayunos y abstinencia perpetua, como en el sueño y otras prácticas penitenciales, dimensiones que han sido reconsideradas con la renovación conciliar en búsqueda de la inspiración primigenia del carisma fundacional cisterciense y del necesario equilibrio humano.

Pensamiento

Qué fáciles y sencillos son los verdaderos caminos de Dios, cuando se camina por ellos con espíritu de confianza y con el corazón libre y puesto en El.

La gran misericordia de Dios para conmigo, consiste en haberme enviado esta enfermedad.

Recurre o la Señora para que te diga lo que debes hacer; seguramente recobrarás tu ecuanimidad de siempre, a pesar de todo.

Dios no exige más que sencillez por fuera y amor por dentro, ¿ves qué fácil?… Cuando tenemos complicaciones es porque no vamos a Dios con verdadera confianza en El…

Sólo puedo decir que en el amor a la Cruz de Cristo he encontrado lo verdadera felicidad… Yo no tengo importancia, sólo Dios.

Sólo sé una cosa… sólo sé que tengo un tesoro que por nada ni por nadie cambiaría: mi Cruz.

Sólo Tú, Señor, sólo Tú. Nada me llena, nada desea mi alma, ni aún gozar ni padecer; sólo desea amor con locura, sólo se llena mi pensamiento de Ti.

Solo Dios basta