MARIA NIÑAIsabel

El secreto de María

Sólo María es la que ha hallado gracia delante de Dios, ya para sí, ya para todos y cada uno de los hombres en particular; que ni los patriarcas, ni los profetas, ni todos los santos de la ley antigua pudieron hallarla.

Ella es la que al Autor de toda gracia dio el ser y la vida, y por eso se la llama Mater gratúe, Madre de Dios.

Dios Padre, de quien todo don perfecto y toda gracia descienden, como fuente esencial dándole al Hijo, le dio todas las gracias; de suerte, que, como dice San Bernardo, se le ha dado en él y con él la voluntad de Dios. (San Luis Mª Grignion de Montfort)

La mujer

Edith Stein

De este modo la relación de los primeros hombres con la tierra, con las generaciones venideras y entre sí se vio cambiada. Todo ello como consecuencia del cambio de relación con Dios. El relato de la creación y de la caída de los hombres, está lleno de misterio, y no seremos nosotros los que lo resolvamos. Pero no nos equivocamos si enunciamos algunos problemas y sacamos algunas conclusiones. ¿Por qué estaba prohibido comer del árbol del conocimiento? ¿Cuál era el fruto que comió la mujer y que dio al hombre? ¿Por qué el tentador se acercó primeramente a la mujer? Resulta claro que el hombre tenía conocimiento antes del pecado: había sido creado a imagen de Dios, había dado el nombre a todos los seres vivos, y había sido llamado para que dominase la tierra.

El hombre nuevo democrático

Este desarraigo existencial, que es ruptura de los lazos cordiales que nos vinculan a una realidad iluminada desde lo alto, acaba inevitablemente engendrando también desarraigo intelectual, porque la insatisfacción con un mundo que hemos dejado de entender nos obliga a concebir idealismos y utopías que nunca se realizan, agigantando nuestra conciencia de fracaso. Y, a la vez, se produce también el desarraigo moral: una vez rotas las raíces con los mandatos religiosos, el hombre desarraigado se ve obligado a suplirlos con su flaca voluntad; pero ya explicábamos más arriba que a los hombres nuevos democráticos se les ha dicho que su voluntad soberana se expresa mediante el ejercicio de sus impulsos vitales, por lo que resulta lógico que (salvo unos pocos espíritus privilegiados) se guíen por el interés propio y la satisfacción de sus deseos, apetitos y conveniencias. (Juan Manuel de Prada – VERBO)

Guardarse de la ocasiones

«¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne?» (Gal. 3, 3).

 El cristiano y en especial el consagrado debe guardarse de las ocasiones en que le pueden llevar a la pasión del amor. Al principio puede parecer bueno, el trato puede ser con personas de mucha virtud y santidad, la conversación sobre cosas buenas y espirituales, les puede incluso parecer que así tratan de ayudar y aprovechar mucho, pero es doctrina común de los Santos que el amor espiritual suele fácilmente degenerar y adulterarse, y de espiritual convertirse en carnal y sensual. Ese es el medio y el cebo que el demonio suele tomar para engañar a uno, y llevarle poco a poco a dónde él quiere. (Jaime Solá Grané – La castidad, ayer y hoy)

Orden social más justo

Y reiteradamente enseña: “Todos vosotros estáis llamados a construir esa sociedad nueva. Pero no se edifica una sociedad sin Dios, sin la ayuda de Dios: sería una contradicción. Es Dios la garantía de una sociedad a medida del hombre”. (Juan Pablo II, La nueva…, pág. 159)

La reconstrucción social a la que se nos exhorta a todos los católicos y a la cual todos estamos obligados, en congruencia con la integridad de la fe, es la de una sociedad plenamente católica en todas sus instituciones: “… puesto que la misión salvífica y liberadora de la Iglesia se lleva a cabo en el contexto de la historia humana y de las relaciones sociales, ella ofrece y sostiene su propia visión del hombre y de la sociedad e invita a aceptar sus orientaciones que debieran considerarse esenciales por quienes están desempeñados (sic) de veras en la construcción de un orden social más justo y humano”. (Juan Pablo II, La nueva…, pág. 162). (Estanislao Cantero – Verbo)

Homosexualidad y esperanza

La lista siguiente, si bien no es exhaustiva, ilustra algunas de las maneras cómo puede el sacerdote ayudar a los individuos que con estos problemas, se acercan al Sacramento de Reconciliación:

  1. a) Las personas que experimentan atracción por el mismo sexo, o se confiesan de pecados en esta área, casi siempre tienen una carga de profundo dolor emocional, pena y resentimiento contra aquellos que los han rechazado, descuidado o herido, incluyendo sus padres, sus iguales y los que los hayan molestado sexualmente. Ayudándolos a perdonar puede ser el primer paso hacia la curación. (Fitzgibbons 1999) (Asociación Médica Católica – AMCA)

 

 

 

Unicef y los preservativos

“la Santa Sede ha entregado la cantidad simbólica de mil dólares, a través de su delegado permanente, monseñor Giovanni Cheli, para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia”. (L´Osservatore Romano)

Esta noticia es cierta. Pero también lo es que monseñor Cheli manifestó “que esta entrega no significa una adhesión completa a todos y cada uno de los aspectos del programa de la organización”.  ”L’Osservatore Romano” remacha que “la Santa Sede, como ya ha manifestado varias veces, no está de acuerdo en lo que concierne a ciertos programas de la UNICEF relativos a la planificación familiar, que son incompatibles con el respeto a la vida y a la dignidad de la persona humana”. Y, ciertamente, son incompatibles. En la publicación “Informes médicos” (serie H, 2), en un trabajo titulado “Métodos de barrera” se comunicaba que la UNICEF ha adquirido preservativos masculinos en cantidades escalofriantes: alrededor de 53 millones y medio de estos preservativos. Y tal informe no prodiga los otros medios artificiales de contraconcepción, facilitados por estos organismos o similares. En la revista “Cambio 16”, número 280, en un suelto, se informa que UNICEF está repartiendo dispositivos antibaby a dosis masivas, de tal forma que para el año 1980 tiene planeado el reparto de MIL SETECIENTOS MILLONES de unidades anticonceptivas. (Mn. José Ricart Torrens – Catecismo Social)