misericordiaApremiante invitación a la confianza

Los hechos que preceden aclaran de una manera muy particular y reafirman las palabras de Santo Tomás de Aquino, palabras tan consoladoras para quienes han caído y que, una vez arrepentidos, aspiran a la santidad:

“… Si el alma tiene un arrepentimiento ferviente y proporcionado al grado de gracia que perdió, recobra este grado de gracia. Y hasta puede tender a un grado superior si tiene una contrición aún más ferviente.

Esta alma no se ve obligada a empezar de nuevo su ascensión, sino que la continua, tomándola en el punto mismo a que había llegado cuando cayó”.

Doctrina soberanamente consoladora que comenta brillantemente el ilustre Cardenal Mercier en la tercera plática de su libro, La Vida Interior, dedicado a las almas sacerdotales.

En fin, terminemos este capítulo con una

Apremiante invitación a la confianza

Que el Señor dirige, por boca del Eclesiástico, lo mismo a los que han caído que a los que han permanecido fieles:

«Vosotros, los que teméis al Señor, esperad su misericordia.

Y no os apartéis por miedo de caer.

Vosotros, los que teméis al Señor, tened fe en Él y vuestra recompensa no se perderá.

Vosotros, los que teméis al Señor, esperad la dicha, el gozo eterno y la misericordia.

Considerad las antiguas naciones y ved:

¿Quién, jamás, esperó en el Señor y fue confundido?

¿Quién permaneció fiel a sus preceptos y fue abandonado?

¿Quién lo invocó y recibió desprecios? ¡Porque el Señor es compasivo y misericordioso!

¡Él perdona los pecados y libra en el día de la aflicción!»