Padre Jesús González-Quevedo, S.I.
Salamanca, 1971
Advertencia preliminar
Publicamos en este folleto y bajo este nuevo título -tomándolo de «La Vida Sobrenatural» (enero-febrero, 1970)- el orientador artículo «Conservación y renovación de los institutos religiosos», del P. Jesús González-Quevedo y Montfort, S.I.
Nos mueve a ello la oportunidad, actualidad y aún necesidad de cuanto en él se dice; amén de prestarnos una ayuda poderosa en nuestra labor de defensa y afianzamiento de la vida claustral que ,nos hemos propuesto un grupo de seglares que residimos en Norteamérica pero que actuamos en todo el mundo.
Hoy la vida religiosa está amenazada de desintegración, porque:
no pocos teólogos y aún altas jerarquías eclesiásticas se atreven a decir que la vida religiosa (reducida sustancialmente a la práctica de los consejos evangélicos) no es esencial a la Iglesia;
el famoso P. Lombardi, promotor de un enigmático «mundo mejor»…, proclama a los cuatro vientos, según noticias fidedignas, que. con la vocación universal a la santidad enseñada por el Vaticano II en la Constitución «Lumen Gentium», cap. V, la espiritualidad seglar ha quedado iluminadísima pero la vida religiosa ha entrado en crisis; por consiguiente ahora necesitamos hacer una nueva teología de la vida ,religiosa;
el editorial de la revista «Razón y Fe» (abril, 1970), no menos absurdo que hábil, se pregunta: «¿Va a perdurar la vida religiosa en la multiforme expresión de diferentes institutos que hoy se da en la Iglesia? ¿Van a darse formas mucho más simplificadas? ¿Va a disminuir radicalmente la vida religiosa en un mundo secularizado? ¿Cuál va a ser en el futuro la imagen de la vida religiosa?». Para el editorialista, arrastrado y zarandeado por la corriente evolutiva, nada hay inmutable, nada divino en los Institutos religiosos. Todo está sujeto al cambio, a la transformación, a la desintegración. Los textos de tos últimos documentos de la Iglesia incluidos los del Vaticano II y posteriores, citados por el P. Quevedo, no cuentan para él, como no hubieran contado para Teílhard, cantor, del progreso evolutivo, a pesar de las Encíclicas;
parece estar preparándose el terreno por doquier para suprimir masiva y rápidamente los institutos religiosos, pues hoy no se aspira, como antiguamente, a extinguir uno u otro concreto, sino a arrancarlos todos de raíz, o al menos a cambiarlos sistemáticamente…
Por estas razones, y otras más qué podrían sumarse, creemos prestar un gran servicio a la causa de Dios y de su Iglesia; con esta publicación y su máxima difusión.
Hemos pedido permiso al Director de la revista «La Vida Sobrenatural»; y éste nos lo concedió generosa y desinteresadamente. Nos hemos relacionado con él Padre González-Quevedo, y nos ha dicho que él no tiene la propiedad diese original y que podemos hacer con él lo que prudentemente juzguemos oportuno. De la correspondencia que mantuvimos con él extractamos: algunos párrafos, porque dan luz sobre ciertas cuestiones importantes que se ventilan en medio de estos graves problemas. He aquí algunas expresiones dignas de tenerse en cuenta:
«En el editorial de «Razón y Fe» se habla de Sombras y de Luces en la actual Compañía. Las Luces son meras palabras, grandia verba, teorías, divagaciones, propósitos o proyectos con poquísimos datos concretos de los actuales experimentos, que deberán juzgarse por sus frutos. Las Sombras, muy atenuadas y rapidísimamente tocadas, y desde luego disminuidas (pues podían ampliarse muchísimo, como todos sabemos), son de una gravedad aterradora y casi desconocidas en la Compañía de hace diez años. Inviértase el orden del editorial, pónganse primero las luces y después las sombras; adviértase que las sombras proceden de aquellas luces, y se verá lo absurdo del editorial. Con decir que en 1969 disminuyó la Compañía en más de 900 sujetos, cuando el aumento anual de antes solía ser de 500, está dicho todo.
Lo más grave es que lo mismo pasa con otros institutos religiosos, con grandísima responsabilidad a cuenta de la Compañía, que de fortísimo baluarte, de la Iglesia y del Papa durante cuatro siglos, ha pasado a ocupar la vanguardia de la subversión doctrinal y disciplinar, o poco menos. Me han causado una tremenda impresión las palabras de un amigo mío que hace poco me decía por carta: «Nunca me enteré por la historia de una época como ésta, en que la corrupción y la disipación es de TODOS los institutos religiosos A LA VEZ, y además conociéndolo y permitiéndolo, cuando no apoyándolo, la autoridad…».
Al publicar aparte este trabajo, fundamentado en el Vaticano II y en los documentos posteriores de la Santa Sede, hasta febrero de 1969, en que se escribió, recomendamos a todos la lectura atenta de la «Summa Theologica», II-II, pp. 179-189 y el Opúsculo del mismo santo Tomás «De perfectione vitae spiritualis», basado en la máxima agustiniana de eterna verdad: Nutrimentum caritatis est inminutio cupiditatis; perfectio, nulla cupiditas. Recordamos finalmente las conocidas palabras de nuestro Señor a la gran Santa castellana: «Que aunque las religiones estaban relajadas, que no pensase se servía poco en ellas; que qué sería del mundo si no fuese por los religiosos» (Cf. «Vida», 32, 11).
Elpidio Laguna Díaz 5 de junio de 1970