guerra camposFranco y la Iglesia Católica
José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Separata de la obra “El legado de Franco”

La orientación católica del Estado, acorde con el sentir popular, necesitó de la voluntad firme de Franco. Durante la guerra de España y en los primeros años de la europea hubo presión ideológica de la propaganda nacionalsocialista alemana, que intentó influir en la juventud. Hay que advertir que a la Falange se habían incorporado numerosos ex-socialistas y ex-anarquistas. España había recibido en la guerra suministros y apoyo diplomático alemanes, y en amplias capas del pueblo español se había incrementado un movimiento de simpatía hacia Alemania, que era ya tradicional con anterioridad a la ideología nazi. En la Santa Sede había preocupación ante un posible desvío del sentido católico de la vida pública española. Pero Franco aseguró que no permitiría esa desviación. Y la confianza en su persona era total en el Episcopado y en la Santa Sede, como se ve en la abundante documentación diplomática relacionada con las negociaciones de 1937-1941 Y en los Informes de Gomá. Y las Obras de la Falange (Frente de Juventudes, Sección Femenina, Auxilio Social…) demostraron pronto su sincera orientación y vida católica, y así lo comunicó paladinamente a la Santa Sede en 1941 el Nuncio Apostólico Cicognani, que había venido en 1938 procedente de Viena, donde había conocido la presión absorbente de Alemania que culminó en el Anschluss. La oposición diametral entre el falangismo cristiano y el neopaganismo nazi se manifestó con extraordinaria valentía en 1942 en el «Congreso Internacional del Movimiento Juvenil Pan-europeo», celebrado en Viena. Alemania, victoriosa, dominaba los proyectos de nueva Europa. La Iglesia temía justamente el sesgo que se diese a la educación de la juventud. En efecto, ante las delegaciones de países neutrales y ocupados, los alemanes propugnaron la ética, del paganismo y el antijudaísmo. La reacción de la delegación española logró que las juventudes europeas proclamasen oficialmente la visión religiosa de la vida: «La fe en Dios y los valores de familia, pueblo y patria, el honor, el trabajo y la libertad constituyen el cimiento indestructible de la nueva comunidad europea».

Franco proclamó el sentido católico del Estado, subrayando la proyección social que dimana de la inspiración de la Iglesia. En declaraciones de noviembre de 1937 a una Agencia Internacional marca un rumbo del que no se desviará: «Nuestro Estado ha de ser un Estado Católico en lo social y en lo espiritual.» La conjunción de lo religioso y lo social es nota que se repite en innúmeras declaraciones de Franco, coincidiendo con el mensaje de Pío XII al final de la guerra (en que alaba la protección legal «a los supremos intereses religiosos y sociales, conforme a las enseñanzas de la Sede Apostólica») y con la preocupación habitual de la Jerarquía española. «Por ser religiosos nos sentimos profundamente sociales» (Vich, 1949)… «Salió de nuestra Cruzada un Estado católico, eminentemente social…» (Congreso Sindical, 1945) …»El Movimiento Nacional ha venido a unir lo nacional con lo social, pero bajo el imperio de lo espiritual, de la Ley de Dios» (Seminario de Sevilla, 1961 ).»Esta cualidad de católicos obliga a que nuestra obra social responda a consideraciones profundas de conciencia, considerando al hombre como portador de valores eternos…» (Acto sindical en Barcelona, 1966).

El Valle de los Caídos, obra personalísima de Franco, fue instituido, al mismo tiempo, como lugar de culto a Dios y de vida monástica (incorporando la ofrenda de la Cruzada, con memoria de los caídos de ambos bandos) y como centro de estudios sociales.