En cada página del evangelio, el Corazón de Jesús habla de la fe. Por la fe Jesús cura las almas, sana los cuerpos y resucita a los muertos. Cada uno de los milagros es el fruto de la fe; cada palabra suya es una incitación a la fe
La fe es necesaria como el pan que comes, como el aire que respiras. Con la fe eres todo; sin la fe no eres nada. Con frecuencia nuestra fe es lánguida como una llama a punto de extinguirse. Cuando en los campos, en las casas, en las oficinas, en las tiendas, se mofan de tu fe ¿sientes el coraje de defenderla sin sonrojarte, sin respeto humano? Cuando las pasiones te asaltan ferozmente, ¿Te acuerdas que con un acto de fe resultas invencible porque Dios combate por ti y contigo?
Las otras dos precisiones anunciadas son éstas: primero la maternidad moral y espiritual de Isabel, no solamente patente respecto a los franciscanos de la Observancia, al dominico Las Casas y al agustino Luis de León, que lo declararon explícitamente; sino también patente respecto a dos figuras relevantes del clero y de los religiosos. El fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola, que, a los dieciséis años, en 1506, es testigo presencial en la casa del tesorero Velázquez de Cuéllar, su preceptor en el mundo cortesano, de la “increíble venta”, como dice el reciente biógrafo de San Ignacio, Tellechea Idígoras, de los enseres y objetos personales de Isabel para cubrir sus donaciones y legados de caridad. Asombroso hecho histórico y como cambio de relevo apostólico. Digno de meditación también, otro encuentro y cambio de relevo apostólico: en Granada, Isabel, tal vez en memoria de la enfermedad mental de su madre, dedica 60.000 maravedíes para la compra de dos edificios donde los locos, hasta entonces abandonados a su suerte, serán acogidos y atendidos. Ahora bien, fue en estas dos casas de Granada donde descubrió su vocación el fundador de la primera gran institución católica al servicio de los disminuidos físicos y mentales: San Juan de Dios, milagro humano de la caridad más exigente y modelo de la mejor modernidad. Hijo, pues, también, de Isabel. Esta Isabel que así, vive todavía, de cualquier modo, cerca de nuestro Madrid de hoy, en el gran, terrible, pero acogedor y alegre hospicio de Ciempozuelos, dedicado a disminuidos mentales y físicos (hasta de seres reducidos a un simple tronco), al cuidado de los admirables, angélicos hermanos de San Juan de Dios, de origen aun fuertemente andaluz. Maravilla concreta de la condición humana, reflejo divino, que visité largamente, con uno de mis hijos, religioso novicio, y que me dejó el recuerdo más conmovedor en toda mi vida.
¿Acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
Padre Martínez m.C.R.
* El hombre moderno que prescinde de Dios cae en la angustia y desesperación.
* No nos engañemos. Los santos fueron las personas más libres del mundo y más felices.
* La humildad crece a base de humillaciones. Incomprensiones, marginaciones, desprecios…
* La circunstancia en la vida nos pueden hacer pensar que ¡todo está perdido! ¡Jesús en Tí confío!
* Carducci, poeta de la unidad de Italia masón autor del «Himno a Satanás», se confesó antes de morir.
* El democratismo quiere imponer una sociedad en la que se practiquen todos los vicios. Los niños también.
* Hay personas que le atormenta el futuro, lo que puede pasarle en el futuro. Vivamos en el corazón de la divina Providencia ¡Jesús en Tí confío!