El corazón más dulce y más humilde de la tierra es el Corazón de Jesús. Pero este corazón divino no puede quedar indiferente frente a la ruina de tantas almas y es entonces cuando se conmueve y grita: ¡Ay, del mundo por los escándalos!
Jesús trabaja por la salvación de las almas; el escándalo roba las almas a Jesús para dárselas al demonio. Jesús muere en la cruz para redimir a los pecadores; el escándalo hace estragos de la inocencia, destruye y arruina la obra de la redención.
Dice San Agustín que el escandaloso sufrirá tantos infiernos como las almas que él ha asesinado. Examínate bien. La Magdalena fue escandalosa, pero reparó y llegó a ser santa. Haz tú lo mismo.
«El desprecio de la verdad, es el desprecio de esa plenitud de vida que Cristo nos aposta».
D. José Guerra Campos El octavo día Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973
Dos veces (4) hubimos de tomar en consideración a quienes piensan que esta realidad sencilla y hermosa de Cristo en su Iglesia queda oprimida por la carga de los dogmas o de las verdades que hay que creer. Algunos menosprecian las verdades de la fe en nombre de la vida o con el pretexto de la humildad o de la libertad y unidad de los hombres.
Hemos visto que la verdad cristiana es precisamente la expresión de la vida plena, que se nos da por la persona de Cristo. Y, como verdad y vida son inseparables, lo que se esconde realmente en el desprecio de la verdad, es el desprecio de esa plenitud de vida que Cristo nos aporta, para encerrarnos en los límites de nuestros proyectos o de la acción humana.
Hemos visto que la firme orientación que nos da la fe, en medio de las oscuridades, no se funda en la presunción orgullosa de ser, nosotros, propietarios de la verdad. Se funda en un don de Dios, que todos hemos de acoger con humilde gratitud, que a todos se ofrece y a todos ha de juzgar. Y no puede haber amor a los hombres sin amor a la verdad, que es la que nos hace libres.
Por eso mismo hicimos notar (5) cómo, según el Concilio y en contra de lo que algunos propalan, la acción misionera sigue siendo, como siempre, una función primaria de la Iglesia. E indicamos cómo se relaciona con la predicación del Evangelio la buena fe de los que caminan a tientas hacia Dios, sin conocer todavía la verdad.
Pero, sobre todo, «El octavo día» ha mirado con simpatía fraternal a lo innumerables hijos del pueblo que respiran confiadamente la atmósfera de la fe y que ahora se ven acusados de poseer una fe de inferior calidad, porque no entienden las interpretaciones nuevas que algunos tratan de imponerles.
Puedo afirmar que el móvil principal de «El octavo día» ha sido decir a todos, como si me dirigiese a mi madre: «No desconfiéis de vuestra fe. Es válida, para la vida y para la muerte. La fe cristiana no es más accesible para los que presumen de sabios que para los sencillos, los auténticamente inteligentes. ¿Os invitan a renovaros? Si es una invitación a mejorar en amor de Dios, en amor del prójimo, en desprendimiento, en colaboración activa con la Iglesia, en asimilación más honda de las verdades y valores del Evangelio…, aceptadla. Si os invitan a can celar, por inútil, la formación, a veces muy honda, que habéis recibido o heredado de la madre Iglesia, rechazad la invitación; no viene de Dios.
En ciertos ambientes de confusión, esto exigirá que cada uno sepa defender su fe. Para tal autodefensa hemos dado criterios en «El octavo día». Será conveniente recapitulados de nuevo. Lo haremos en la próxima emisión.
«Vosotros sois la luz del mundo. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el Cielo».
Padre Cano, m.C.R.
* Los científicos católicos abundan como los hongos en una buena temporada.
* «Lo pequeño es pequeño; pero ser fiel en lo pequeño es cosa grande» (San Agustín).
Los padres deben vivir en familia, transmitiendo a los hijos seriedad y alegría. Muchos niños apenas están con sus padres.
* Napoleón afirmó rotundamente: «La Revolución soy yo». Es la típica tentación de Satanás. Satanás está engañando a los poderosos de este mundo.
* Las apariciones de la Virgen no son excursiones que hace por la tierra. Nos va diciendo lo que debemos hacer para ir al Cielo: confesar, comulgar, oración, sacrificio, limosnas, visitas a Jesús Sacramentado…
* Los enemigos declarados de Cristo y su Iglesia no han conseguido destruirla ni con sus imperios romanos, los bárbaros, el islam. Los actuales enemigos de la Iglesia quieren destruirla. Se han infiltrado en el clero, y los religiosos.
* «Deja más que en evidencia esa «Tercera República» socialista-soviética que el Frente Popular implantó a sangre y fuego en la zona que controló durante casi tres años, y que hoy se pretende democrática y libre cuando fue todo lo contrario» (Francisco Bendala).