Se trata de la conocida como la virgen bombardeada, y es la cabeza de la estatua de la virgen María de la catedral de Urakami, recinto que fue completamente destruido en el bombardeo atómico, ya que quedó justo a quinientos metros del epicentro de la detonación de la Fat Man, la segunda bomba atómica que los norteamericanos lanzaron sobre Japón, precedida por la que cayó sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945.
Con las cuencas de los ojos vacías, ennegrecida por el fuego y con una grieta bajo el ojo izquierdo que incluso puede llegar a parecer una lágrima, la cabeza fue recuperada entre los escombros de lo poco que quedó de la catedral durante las tareas de limpieza de la ciudad.
Años más tarde la catedral fue reconstruida sobre el mismo solar del anterior y la talla fue donada por los monjes que la custodiaban para que volviera a ocupar un sitio de honor, Desde entonces se ha convertido en un símbolo de supervivencia para los católicos japoneses y en especial para las víctimas de la bomba atómica.
Levantado sobre un lugar de horror, constituye un lugar de importante significado para la pequeña comunidad católica japonesa
Hoy nos dirigimos a un lugar de horror y esperanza, la Catedral de la Inmaculada Concepción en Urakami, Nagasaki, Japón.
La construcción de la catedral original comenzó en 1895, después de que se levantara la prohibición del cristianismo. Fue construida por los supervivientes de la persecución, una comunidad católica que había perdido a muchos de los suyos en el martirio.
Cincuenta años después, la catedral construida por la devoción y el amor de estos cristianos perseguidos fue arrasada por la bomba atómica que fue lanzada a las 11:01 am del 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración y primer día de la Novena por la Fiesta de la Asunción (15 de agosto).
Todos los que estaban dentro de la catedral murieron incinerados de inmediato. Un signo de lo que sucedió con la probada comunidad católica japonesa, que se concentraba sobre todo en Nagasaki, y que fue drásticamente diezmada por la bomba.
Apenas cuatro años después de la tragedia, los católicos celebraron una primera misa en el lugar.
En 1959 se construyó una nueva catedral, en los terrenos de la anterior destruida.
Se encontró la cabeza de una estatua de Nuestra Señora entre las ruinas, con sus ojos destrozados por la bomba. Se la conoce como la Virgen de Urakami y se muestra en la nueva catedral, un ícono abrasador de la destrucción.