«Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»
Mossèn Manel
* Somos un espectáculo para el Cielo: Dios, los ángeles y los santos nos contemplan.
* Es verdad: estamos en del mundo. Pero no somos del mundo. Nuestra patria es el Cielo.
* Debemos declarar la «guerra santa» a nuestros instintos y a nuestros sentidos para vivir siempre en gracia de Dios.
* Los católicos en todas las cosas debemos proceder por motivos sobrenaturales, usando las cosas solo para la mayor gloria de Dios y salvación del alma.
* ¡Fuego, Fuego! gritan en la calle. Porque no se grita ¡fuego del infierno! para despertar a tantos que están aletargados en el sueño del pecado que cuando se despertarán se hallarán ardiendo en la llamas del fuego eterno.
* «El sacerdote ofrece el Santo Sacrificio «In persona Christi». «In persona»: es decir, en la identificación específica sacramental con el Sumo y Eterno Sacerdote; que se el Autor y el Sujeto principal de este su propio Sacrificio, en el que en verdad, no puede ser sustituido por nadie» (San Juan Pablo II).
* Hedonismo absoluto y sin ley. Y se queja: «Se estudia una historia puramente materialista donde la Fe fundante y la religión no tiene importancia, pero es imposible entender los hechos históricos desde el punto materialismo o economicismo; y esta concepción materialista impide entender lo que es el islam».
CONSTANTINO EL GRANDE, EL PRIMER EMPERADOR CRISTIANO
Recapitulada por el P. Cano
– CONSTANTINO EL GRANDE
El edicto de Milán, promulgado por Constantino el Grande en febrero del año 313, señala uno de los hitos importantísimos en la Historia de la Iglesia. Constantino concedió plena libertad religiosa a los cristianos.
¿Por qué Constantino cambió radicalmente la política de los Emperadores romanos con los cristianos? El mes de octubre del 312, Constantino venció al usurpador Majencio en la famosa batalla del Puente Milvio gracias a una intervención divina: el triunfo había sido, logrado por el ejército, de Constantino, que fue a la lucha contra Majencio, llevando como emblema en sus escudos y estandartes el anagrama de Cristo.
La víspera de la batalla decisiva, Constantino había tenido la visión de la Cruz de Cristo a pleno día, y por la noche, una visión que le prometía la victoria si grababa en su estandarte el nombre de Cristo. Así lo hizo, y por eso Constantino atribuyó siempre la victoria del Puente Milvio a una intervención milagrosa del Dios de los cristianos.
Constantino se convirtió después de la victoria, aunque su ingreso en la Iglesia no se produjo hasta poco antes de su muerte cuando pidió ser bautizado. Le administró el Bautismo el obispo Eusebio de Nicomedia, y moría poco después, el día 22 de mayo del 337.
Constantino no sólo concedió la libertad religiosa a los cristianos, sino que los favoreció cuanto pudo. Devolvió a la Iglesia los bienes confiscados y facilitó la construcción de templos. Él mismo mandó construir las basílicas de San Pedro, San Pablo, San Lorenzo, Santa Inés y otras. Además, cedió su palacio de Letrán para residencia de los Papas y él trasladó la capital del Imperio a Bizancio que, desde entonces, se llamó Constantinopla. Roma quedó así como cabeza visible de la Iglesia de Cristo.
– LOS HIJOS DE CONSTANTINO
Constantino el Grande dejó en herencia el Imperio Romano a sus tres. hijos. Constantino, II heredó las Galias; Constante Italia y el Ilírico; y Constancio el Oriente.
Constantino II perdió la vida en Aquileya en lucha fratricida contra su hermano Constante que se hizo dueño de todo Occidente. Constancia siguió reinando en Oriente. Del año 340 al 350 hubo relativa paz entre los dos hermanos. Mandaron cerrar los templos paganos lo que dio lugar a exasperar más el odio de los paganos contra los cristianos.
El año 350, Constante es asesinado por Magencio y más tarde se enfrentó a Constancio; Constancio lo derrotó estrepitosamente y quedó, como único señor de todo el Imperio Romano. A partir de estos acontecimientos se hace dueño absoluto de lo político y lo eclesiástico.
Constancia favoreció a los sacerdotes gentiles y a los filósofos paganos por su apoyo al arrianismo y su intromisión en cuestiones religiosas que no eran de su competencia, perjudicó muchísimo a la Iglesia Católica. Sin embargo, favoreció la acción de la Iglesia en su lucha contra la esclavitud y concedió privilegios a sacerdotes y obispos.
Constancio designó a Juliano César de las Galias. Éste se proclamó emperador de Occidente. Constancio le declaró la guerra y, pocos días después de bautizarse, emprendió la marcha contra Juliano pero murió en el camino, cerca de Capadocia.
– JULIANO EL APOSTATA
Con la inesperada muerte de Constancio, quedó Juliano como único dueño del Imperio Romano. Su política anticristiana cambió completamente la situación del Cristianismo. De religión favorecida y protegida por el Emperador, el Cristianismo pasa a ser odiado y perseguido a muerte por el poder imperial.
Juliano se sometió al rito pagano del Taurobolium, aspersión de sangre de toro, para borrar en su alma el carácter del Bautismo que había recibido. Abrió de nuevo todos los templos paganos, reconstruyó los destruidos y restableció los sacrificios paganos. Su plan era restablecer el antiguo esplendor del paganismo.
Para destruir a la Iglesia Católica fomentó las divisiones internas de los eclesiásticos y quitó todos los privilegios a obispos y sacerdotes. Los cristianos que quisieran obtener cargos públicos tenían que renegar de Cristo; hizo sacar de todos los documentos públicos los emblemas de Cristo; impuso a los cristianos maestros paganos y redactó diversos escritos contra la Iglesia.
Juliano el Apóstata no hizo nada para evitar las barbaridades que se cometían contra los cristianos; más aún, si los cristianos se defendían, eran castigados con rigor. Mártires ilustres de este tiempo son el presbítero Basileo en Ancisa; Juan y Pablo en Roma; y en Frigia, Macedonio, Teódulo y Taciano.
Si el reinado de Juliano hubiera sido largo, habría causado grave perjuicio a la Iglesia, pero, en realidad, esta persecución sirvió para fortalecer a los cristianos en su fe, aunque también hubo apóstatas.
Juliano el Apóstata declaró la guerra a los persas en el año 363. Derrotado catastróficamente y herido por una flecha, cayó exclamando: »Venciste galileo». Murió cuando tenía poco más de treinta años.