Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue elegida como la mejor de latinoamérica.

Una Epopeya misionera

Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R

IV

FORMAS MAS EFICACES DE HACER RAZA Y TRABAJAR POR LA HISPANIDAD (5)

Aquí está España, que quiere rehabilitarse ante vosotros y que os pide en nombre de la vieja común historia, que unáis otra vez a ella vuestros destinos.

Libres de los prejuicios de la leyenda negra y rehechos nuestros valores espirituales, unámonos en la obra solidaria de la cultura, entendida la palabra en su sentido más amplio y profundo. Cultura es cultivo: como estamos obligados a cultivar la tierra para que nos dé el sustento de cada día, así tenemos la obligación moral de cultivar la vida humana, personal y socialmente, para lograr su máximo rendimiento y esplendor. Los pueblos sin cultura sucumben, porque son absorbidos o anulados en su personalidad histórica por los más cultos. La infiltración de la cultura de un pueblo en otro es el preludio de su conquista moral, especie de anexión de espíritus que importa como una servidumbre, que es desdoro para quien la presta.

Cierto que la cultura es patrimonio circulante, a cuya formación contribuyen y de que participan, a su vez, todos los pueblos. Pero hay pueblos parásitos: que viven; de la cultura ajena; y pueblos fabricantes y exportadores de su cultura específica. Estos son los que imponen al mundo la ley de su pensamiento, en el orden especulativo, y acaban por imponer las ventajas de sus inventos científicos y los productos de sus fábricas.

No seamos parásitos ni importadores de cultura extranjera. Tenemos alma y genio que no ceden a los de ningún pueblo, Tenemos una lengua, vehículo de las almas e instrumento de cultura, que dentro de poco será la más hablada de la tierra y en que se vacían, como en un solo troquel, el pensamiento y de corazón de una misma madre. Y, sobre todo, tenemos la misma formación espiritual, porque son idénticos los principios cristianos que informan el concepto y el régimen de la vida.

¿Cómo fomentar esta obra solidaria de cultura? Españolizando en América y americanizando en España; Cuando dos se aman, piensan igual y sus corazones laten al unísono. Amémonos, americanos, y transfundámonos mutuamente nuestro espíritu; nos será más fácil entendemos que con otros, porque tenemos el paso a nivel de una misma tradición y de una misma historia. La depuración de la lengua, el intercambio de libros y periódicos, la voz de España que se oiga en los Círculos y Ateneos de América y la voz de los americanos que resuene en España, para repetirnos nuestras viejas historias y proyectar, acá y allá, las luces nuevas del espíritu. Contacto de maestros y juventudes en Colegios y Universidades, con las debidas reservas para que no se deforme el criterio de nuestra cultura tradicional; coordinación de esfuerzos acá y allá, entre los enamorados del ideal hispanoamericano, para abrir nuevas rutas a nuestra actividad cultural y canalizar las energías hoy desperdigadas Un gran centro de cultura hispanoamericana en España, en comunicación con otros análogos en las naciones de habla española en América, podría ser el foco que recogiera e irradiara la luz homogénea del pensamiento de aquende los mares.

Y todo ello sin recelos, hermanos de América, sin recelos por nuestra aparente inferioridad; que todavía le queda cerebro y medula al genio español, que iluminó al mundo hace tres siglos, y menos por la autonomía de vuestro pensamiento y de vuestra cultura propia, porque España no aspira al predominio, sino a una convivencia y a una colaboración en que prospere y se abrillante el genio de la raza, que es el mismo para todos.

Si no desdijese de mis hábitos episcopales y de esta cruz pectoral, que recuerda lo espiritual y sobrenatural de mi misión, yo os diría, americanos, sin que nadie pueda recelar de propagandas ajenas a mi oficio: “Unámonos hasta para el fomento de nuestros intereses económicos”. ¿Por qué no? El hombre no vive de sólo pan, cierto; pero no vive sin pan, y tiene derecho a su conquista, hasta donde pueda convenirle para vivir prósperamente. La decadencia económica va casi siempre acompañada del decaimiento espiritual; la prosperidad colectiva, mientras se conserven en los pueblos las virtudes morales, es estímulo social del progreso.