Los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros. Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».

Padre Cano, m.C.R.

* Sólo la conciencia cierta es norma legítima del bien obrar, porque el que duda si lo que va a hacer es bueno o malo acepta la posibilidad de ofender a Dios y, por lo mismo, peca realizando con duda esa acción.

* Para juzgar de la bondad o malicia de un acto no es necesario tener certeza absoluta, que excluya toda duda, basta la certeza moral.                                            

* Conciencia dudosa es la que vacila sobre la licitud o ilicitud de un acto sin determinarse a emitir un juicio.

* El principio fundamental que regula la conciencia dudosa es el siguiente: No es lícito obrar con duda, pues se aceptaría la posibilidad de ofender a Dios y cometer un pecado mortal o venial.

* Quien tiene este tipo de conciencia debe consultar a quien esté bien formado para ir saliendo de ella, pues siempre se ha de obrar con conciencia verdadera y cierta.

* Cuando no es posible consultar antes de hacer un acto concreto, debe escoger lo que le parezca menos malo, y si ambas cosas le parecen igualmente malas, no peca al elegir cualquiera de ellas.