

Recapitulada por el P. Cano
– CONCILIOS ECUMÉNICOS, DIOCESANOS Y PROVINCIALES
Las controversias dogmáticas y las diversas herejías, que van surgiendo en el seno mismo de la Iglesia, dan lugar a la celebración de concilios ecuménicos, nacionales y provinciales. Estas reuniones del episcopado llegaron a constituirse como instrumento ordinario de la legislación eclesiástica.
A principios del siglo IV se convocan asambleas generales en las que está representada toda la Iglesia: son los concilios ecuménicos. El primero fue convocado por Constantino el Grande en Nicea (325) para resolver la cuestión arriana. Y hasta fines del siglo VII se convocaron otros cinco concilios, reconocidos por la Iglesia.
Lo más característico de los concilios ecuménicos son sus decisiones dogmáticas, que solían resumirse en los llamados Símbolos. Además, los concilios legislaban sobre disposiciones prácticas acerca de la vida eclesiástica y el culto divino. Las decisiones de los concilios tenían valor eclesiástico y civil, pues eran reconocidos como asambleas imperiales.
Además de los concilios ecuménicos se celebraron muchos concilios locales en los diversos territorios del Imperio Romano. A los que hay que añadir los concilios provinciales y los diocesanos, que desarrollaron un papel muy importante en el progreso de la disciplina eclesiástica.
– PRIMADO DE ROMA
El ejercicio de la autoridad suprema de los Pontífices de Roma aparece en la serie de conflictos religiosos que ocurrieron durante este período y en los concilios que se celebraron para resolver estos problemas. En todos los concilios ecuménicos el Pontífice Romano era un verdadero juez y última instancia que todos los cristianos reconocían.
Los concilios ecuménicos de Constantinopla (381) y de Calcedonia (451) reconocieron la supremacía del Romano Pontífice.
Los mismos Romanos Pontífices definieron claramente su autoridad judicial y jurisdiccional sobre toda la Iglesia. El primero que expresó claramente estos derechos es Gelasio I (492-496).
La Sede Romana es el fundamento seguro de la fe cristiana y el punto central de la unidad de la Iglesia. El Papa posee en toda su plenitud el poder legislativo y es el juez supremo en las cuestiones religiosas. El Romano Pontífice no puede ser juzgado por nadie.
A partir del siglo VI empezó a aplicarse al Romano Pontífice el título de Papa.
Al invadir Roma, los Emperadores bizantinos, se apropiaron del derecho de aprobación de la elección de los nuevos Pontífices, que ejercieron durante un siglo (560-682).
– EVANGELIZACIÓN DE DINAMARCA, SUECIA Y NORUEGA
La evangelización de Europa, que en la lección anterior dejábamos en Alemania, la seguimos con los países escandinavos.
Dinamarca. Los primeros misioneros enviados a Dinamarca, a principios del siglo VIII, fracasaron. La Providencia divina tenía reservado este mérito a San Anscario, que es considerado como el Apóstol del Norte, como San Bonifacio lo fue de Alemania. Primero desde su sede arzobispal de Hamburgo y después desde Brema, San Anscario continuó su redoblado esfuerzo evangelizador hasta su muerte, ocurrida el año 865.
Su sucesor, San Rimberto, continuó con éxito la evangelización de Dinamarca, que culmina con el Bautismo del rey Harald, el año 965. El triunfo definitivo del Cristianismo se consigue con Canuto I el Grande (1014-1035).
Suecia. El primer apóstol de Suecia fue San Anscario en los años 829-831, quien dejó establecida una iglesia en Birca. Una reacción violenta de los paganos terminó con la muerte de varios cristianos y la expulsión del obispo Gauzberto.
San Anscario restablece la iglesia de Birca. En 1008 se bautiza el rey Olaf y, poco después, fue creada la primera sede episcopal en Skasa. En 1080 el rey Inge destruyó el templo pagano más importante de Upsala, donde Erich IX el Santo erigió un obispado.
Noruega. Los incansables monjes misioneros de Inglaterra tienen también la gloria de la primera evangelización de Noruega. Invitados por el rey Hakon el Bueno (938-961) se dirigieron a aquella nación, donde predicaron el evangelio por todas las regiones. Los nuevos reyes apoyaron el Cristianismo. Con la construcción de una iglesia en Drontheim, que fue elevada a arzobispado en 1148, quedó la Iglesia sólidamente establecida.
Los reyes de Noruega mandaron predicadores a sus posesiones de las islas Faroes, las Hébridas, las Oreadas y a Islandia, que tuvo su primer obispo el año 1057. El año 985 fue descubierta Groenlandia, a la que pronto envía el rey Olaf Trygrason misioneros, quienes establecen el primer obispado en Gardar el año 1055. Descubierta Finlandia, se introdujo pronto el Cristianismo. Sin embargo, estas cristiandades fueron destruidas y desapareció hasta su recuerdo.