Recapitulada por el P. Cano
– LOS CARMELITAS Y EL ESCAPULARIO
Los Carmelitas tuvieron su origen antes que los Franciscanos y los Dominicos. Puso sus fundamentos el cruzado Bertoldo de Calabria, a fines del siglo XII, en el monte Carmelo de Palestina. El Papa Honorio III aprobó la nueva Orden eremítica en 1226. Más tarde la Orden fue convertida por Inocencio IV en Orden mendicante.
El primer superior de los Carmelitas en Occidente fue el inglés San Simón Stock (1247-65). En 1251 se le apareció la Santísima Virgen, acompañada de una multitud de ángeles llevando en sus benditas manos el escapulario de la Orden, diciéndole: “Este será el privilegio para ti y para todos los carmelitas: quien muriere con él no padecerá el fuego del infierno, es decir, el que con él muriere se salvará”.
La Virgen prometió también el privilegio sabático: “Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su muerte y a cuantos -religiosos, terciarios y cofrades- hallase en el Purgatorio los libraré y los llevaré al monte santo de la vida eterna”.
El 11 de febrero de 1950 el Papa Pío XII decía a todos los cristianos: “Y en verdad, no se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen… Es ciertamente el Santo Escapulario como una librea mariana, prenda y señal de protección de la Madre de Dios. Mas no piensen los que visten esta librea que podrán conseguir la salvación eterna abandonándose a la pereza y a la desidia espiritual”.
Casi todos los Papas han vestido y propagado el Escapulario del Carmen. San Pablo VI dijo: »Creemos que entre estas formas de piedad mariana deben contarse expresamente el Rosario y el uso devoto del Escapulario del Carmen. Esta última práctica, por su misma sencillez y adaptación a cualquier mentalidad, ha conseguido amplia difusión entre los fieles con inmenso fruto espiritual”.
San Juan Pablo II ha dicho: “Llevad siempre el Escapulario; yo lo llevo constantemente y de esta devoción he recibido un gran bien”.
– ASCÉTICA Y MÍSTICA
La ascética y mística es el estudio y exposición de la vida de perfección cristiana que presenta, como punto culminante, la unión íntima con Dios y su contemplación. La experiencia mística afectiva de Dios aparece de manera bastante clara en San Anselmo quien al mismo tiempo que estudiaba las verdades teológicas especulativamente, se inflamaba en un afecto sensible que le hacía pronunciar exclamaciones de la más elevada mística.
El Padre de los místicos medievales del siglo XII es San Bernardo. En sus escritos no aparecen grandes concepciones o ideas originales sobre la ascética y mística cristianas porque su mística era más bien práctica. El fundamento de su ascética era la humildad y la imitación de Jesucristo. Como símbolo del amor más sublime presenta el desposorio del alma con su Dios.
En el cultivo especulativo y sistemático de la mística sobresalieron los hombres más eminentes de la escuela de San Víctor, sobre todo Ricardo y Hugo. Su mérito principal consiste en haber reunido todos los elementos esparcidos en los grandes pensadores de su tiempo y haber formado con ellos un sistema de ascética y mística.