Antes de contar nada quiero deja claro que lo que yo cuento aquí es una experiencia personal, y que la iglesia aún no se ha pronunciado sobre estas apariciones.
Quince días antes de ir a Medjugorje, me tuvieron que operar de urgencia. Los médicos después de muchos calmantes me quitaron el dolor, y me dijeron que si no me volvía el dolor me programarían la operación para más adelante. Yo hice un ruego a la Virgen y le pedí que si me quería a su lado en Medjugorje me diera un poco de dolor, y ella como Madre que es, escuchó mi ruego y al cabo de una hora ya me estaban operando.
Cuando me dieron el alta, el médico, al ver que era madre de 12 hijos, me repitió dos veces que hiciera mucho reposo, la primera semana cama, la segunda cama y sofá y la tercera empezara a hacer poco a poco la vida normal, sin esfuerzos y con cuidado. Y como he dicho al principio, a los quince días estaba sentada en nuestro coche, camino de Medjugorje.
Cuando llegas a Medjugorje te envuelve algo especial, solo viendo las dos torres de la Iglesia una se emociona y da gracias a la Virgen por permitirme estar tan cerca de ella. Ves un ambiente muy distinto de todo lo que has dejado atrás, llegas a los alrededores de la parroquia y te envuelve una extraña sensación de paz, notas un ambiente de amor y comienzas a sentirte querida por la Gospa.
Aquella misma noche hubo adoración al Santísimo Sacramento en la parroquia y delante del Señor el alma se engrandece y sientes que Dios se hace presente en tu corazón, y te atreves a hablarle claro al Señor. Con mucha naturalidad yo le propuse un pacto, que fue, que si yo aguantaba estar aquella hora de adoración arrodillada y sin cansarme es que sería capaz de subir al monte de las apariciones y al Krizevac descalza como realmente así fue. La gente me decía que era muy valiente y no es así, el valiente es el Señor de fiarse de mí. Cuando tú pones tu confianza en el Señor, Él te da el ciento por uno. Tenemos que aprender a abandonarnos y confiar plenamente en Dios, por intercesión de su Madre María y nuestra paz interior será según nuestro abandono o desprendimiento en las manos de Dios.
Estuvimos en una conferencia que nos dio la vidente Marija, nos enseñó cosas sobre la oración, la Gospa dice: -“la paz debe ser encontrada a través de la oración y debe ser concedida a nosotros como un regalo de Dios”-, el ayuno,- «La Iglesia Católica olvidó el ayuno. Por la oración y el ayuno hijitos, pueden obtener cualquier cosa». “¿Desean la conversión de alguien de sus familias?, pónganse a orar y a ayunar y verán el cambio”-, la Eucaristía -La Eucaristía debe ser el centro de nuestra vida, -«Hijos, asistid a Misa cada vez que las circunstancias lo permitan» “la unión con Él, será alegría para vosotros y os convertiréis en testigos del amor que Jesús tiene por cada criatura”-.
Una de las preguntas que al final le hicieron fue de una madre, que pregunto cómo era la Virgen para contárselo a sus hijos y Marija, con la sencillez que la caracteriza, contó que uno de sus hijos cuando era pequeño no entendía como la Virgen bajaba sobre una nube y decía que si bajaba sobre un Ferrari o un helicóptero, pero al ver que su madre insistía que era sobre una nube, él quedando pensativo dijo, “¡ah! dentro de unos años nos desplazaremos todos en una nube”. Marija dijo que la Gospa tenía la piel canela, los ojos azules, debajo del manto se le veía el pelo oscuro un poco ondulado, viste un vestido gris y el manto es de color blanco y en ocasiones especiales viene vestida de color dorado, ella dijo que no hay ni pintura o estatua que se asemeje a la hermosura de la Virgen y que ella está realmente enamorada de la Gospa.
Otra pregunta que le hicieron era, cómo sacaba tiempo para el Señor, siendo esposa y madre, contestó con mucha naturalidad, que antes que su marido se levantase ella ya había ido a rezar a la montaña de las apariciones y así cuando su marido quisiera su café diario, ella ya había estado un rato a solas con Dios, y que durante el día una sabe encontrar ratitos para tomarse un café con el Señor.
Estuvimos presentes en dos apariciones de la Virgen, la primera éramos solo unas veinte personas en la capilla privada de Marija, y la segunda en un patio con más de mil personas. Cuando estuvimos acompañando a Marija durante la primera aparición, yo sentí en mi interior un amor muy fuerte y la presencia de la Virgen, empecé a llorar y no podía dejar de llorar, las lágrimas me salían solas, aun estando así llorando, me sentía profundamente feliz y con mucha paz en el corazón. Marija nos dijo, que la Gospa estaba contenta de estar con nosotros y que ponía todas nuestras intenciones en su corazón y nos daba su bendición.
Una peregrinación es apartarte de tu rutina diaria y estar unos días a solas con Dios, tú con Él y Dios contigo. El último día de estar en Medjugorje el corazón se te hace pequeño y estas triste por marcharte de esta tierra tan bendecida por Dios. Pero el verdadero Medjugorje es el que tú te llevas a tu tierra. Cuando llegas a casa solo tienes ganas de hacer cosas que le gusten al Señor, y sobre todo te nace una inquietud de querer contarle a todo el mundo que la Virgen está allí y que te sientes muy querida por ella, sientes una alegría grande en el corazón y te das cuenta que esta alegría solo puede provenir de Dios, y deseas comunicarla a todos.
Antes de ir a Medjugorje me costaba hacer oración delante del sagrario, pues el tiempo no pasaba; ahora entro en la iglesia me siento delante del Señor y tengo la certeza de que Él me está viendo y no me cuesta nada hablar con Él, como lo haría con un amigo y sé que Jesús me escucha y el tiempo ahora pasa muy deprisa en su presencia. Como dice el papa Francisco me dejo mirar por Jesús.
En Medjugorje, en una de las charlas que nos dieron, nos dijeron que de la misma manera que Dios te habla al alma, también el demonio se vale de eso y nos susurra al oído para tentarnos y hacernos caer en el pecado y que teníamos que intentar no hacerle caso. Pues bien, una de las cosas que a mí me susurra es que cuando hago las cosas bien hechas para Dios, el demonio me tienta diciendo que lo haces para que lo vean los demás, ¡pues no!, se hacen las cosa bien hechas, porque, el primero que las ve es Dios, y no es malo que hagamos apostolado a los demás con nuestro ejemplo, aunque esto exige mucho de uno mismo.
Una condición necesaria para tener paz y trasmitirla a los demás es la limpieza de corazón, la Virgen nos dice -“Que la santa confesión sea para vosotros el primer paso de conversión y la decisión por la santidad, y que la santidad comience hoy, no mañana”- y necesitamos de la oración para pedirle a Cristo, por mediación de María, el don de la paz. Y poseemos la paz interior cuando nos convertimos y perseveramos en la gracia, por tanto, vivir la vida como la consigna que me enseñaron de joven, en los campamentos del Padre Alba, “haz de tu vida una oración”.