«Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño». Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el Cielo, y luego sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»

El Párroco

* «Medita a menudo aquella palabra suya: Sólo una cosa es necesaria, a saber, servir, amar y dar gloria a Jesús» (San Juan Eudes).

* «Preparémonos para luchar, como lo hicieron los valientes combatientes cristianos en Viena y Lepanto» (Robert Sprinter).

* La brevedad de la vida debería movernos a aprovechar mejor el tiempo, a vivir como verdaderos cristianos en gracia y alejados de todo pecado.

* «Lloraré mi muerte ya, y lamentase mi vida, en todo que destinada por mis pecados está. ¡Oh mi Dios! ¿Cuándo será cuando yo diga de vero: Vivo yo porque no muero» (San Juan de la Cruz).

* «¡Veis mi miseria arrastrada por el fango…, pues no importa! maravilloso; a pesar de todo, yo tengo a Dios ¡Dios es mi amigo! ¡que se hunda el sol y se seque el mar de asombro!» (San Fray María Rafael).

* Jesucristo afirmó ser legado divino. Lo probó con los milagros, con las profecías del Antiguo Testamento cumplidas en Él mismo, sus propias profecías de su doctrina, y sobre todo su muerte y resurrección.

* «Sin una fortaleza de espíritu y acción cada vez más profunda y operante, podemos vernos arrastrados por culpa de nuestra inercia y de nuestra ilusión de creer que las cosas del bien se defiende por sí solas. Los tiempos actuales son fuertes y exigen hombres fuertes» (San Pablo VI).