Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿Qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua).
El Párroco
* La Moral Católica no es, como afirman sus enemigos, una moral meramente negativa, que sólo pretende evitar el pecado, sino que es una moral eminentemente positiva, porque tiene como fin la práctica integral de la virtud, que se fundamenta no sólo en lo estrictamente mandado, sino también en lo que está aconsejado como conveniente o necesario para la perfección.
* Sólo la Moral Católica. tiene la fuerza necesaria para establecer y mantener el verdadero orden moral en los individuos, en las familias y en los pueblos.
* Conciencia psicológica es el conocimiento intelectual íntimo que la persona tiene de sí mismo y de sus actos.
* Conciencia moral es la misma inteligencia humana que hace un juicio práctico sobre la bondad o malicia de sus actos. La conciencia es la norma subjetiva de la moralidad de nuestras acciones.
* Antes del acto, la conciencia nos dice lo que debe o no debe hacer, y en consecuencia, lo permite, lo ordena o lo prohíbe.
* Durante el acto la conciencia es testigo de la buena o mala acción; después del acto la conciencia aprueba el acto bueno llenándonos paz y de tranquilidad; o reprueba el acto con el remordimiento si fue malo.
* «La alegría de la buena conciencia es como un anticipado paraíso» (San Agustín).
“Dios, en sus Tres Personas Divinas, ama a la Santísima Virgen como a ningún otro ser creado. Y Santa María ama a Dios Trinidad como ninguna otra criatura le ama. Nadie como Santa María del Corazón de Dios, tiene una relación tal, con cada una de las Tres Divinas Personas; sólo Dios mismo prevalece. Por lo que el amor de, y a la Santísima Virgen, nos ayuda así, de forma única, a crecer en el amor a la Santísima Trinidad”
Altar en donde se encuentra el cuadro de la Virgen de ConsolaciónVirgen de la ConsolaciónSantuario de la Consolata
El Santuario de la Consolata tiene una historia muy antigua. Junto a la basílica se encuentran los restos de una de las torres de las murallas de la antigua Julia Augusta Taurinorum (nombre que los romanos dieron a la ciudad de Turín). Aquí, en el siglo V, el obispo Maximus erigió (probablemente sobre los restos de un antiguo templo pagano), una pequeña iglesia dedicada a San Andrés Apóstol, con una capilla dedicada a la Virgen, en el que se colocó una imagen de la Virgen María. La tradición aseguraba que el templo era el más antiguo monumento arquitectónico de Turín, después de los restos de los edificios romanos.
Más de mil años más tarde, fue construida una nueva iglesia en estilo románico con tres naves y siendo sede de una abadía. La gran devoción que une a la ciudad con este santuario se origina a partir de una pintura de la Virgen, de la que todavía se conserva una copia póstuma en la cripta del santuario. La historia cuenta que el icono durante las diversas alteraciones de la iglesia se había perdido. Un hombre ciego, llegó a Turín en peregrinación afirmando haber recibido en sueños mensajes de la Virgen, con indicaciones precisas de dónde buscar la sagrada imagen. Tras el hallazgo de la pintura, el hombre recobró la vista y como resultado de este hecho milagroso, la iglesia fue restaurada, elevada al rango de Basílica menor y siendo el icono solemnemente colocado en el interior. La actual imagen que se venera en el templo, no es la original, el cuadro que hoy se venera es una obra de finales del siglo XV que se atribuye a Antoniazzo Romano y está inspirada en la Madonna del Popolo de Roma.
En 1448, la Orden Benedictina encargó una mayor expansión del templo, a esta orden perteneció la basílica durante más de dos siglos, hasta que fue transferida a la Orden de los Cistercienses en 1589. La basílica se convirtió en la pieza central de la fe y la religión en Turín durante los duros días del asedio franco-español. La ciudad se encomendó a la Virgen de la Consolación para su propia salvación y se realizaron ofrendas votivas. Su posición geográfica, tan cerca de los muros de la ciudad, hizo al santuario vulnerable a los fuertes bombardeos del Asedio de Turín de 1706, pero, a pesar de esto, el templo se salvó de la destrucción. Tras este evento, la Virgen de la Consolata fue proclamada «Patrona de Turín» conjuntamente con San Juan Bautista (el histórico patrono de la ciudad).
Más tarde, el decreto napoleónico de 1802 impuso la supresión de las órdenes religiosas y los monjes de la Orden Cisterciense se vieron obligados a abandonar el santuario, y por un corto período de tiempo, el templo fue convertido en cuartel. En 1815, el santuario una vez más se convirtió en un lugar sagrado y su regencia fue confiada a Orden de los Oblatos de la Virgen María.
En el siglo XIX, el famoso fotógrafo Secondo Pia, célebre por ser el primero en fotografiar la Sábana Santa, destacando las propiedades del negativo fotográfico, fue el encargado de fotografiar el retrato antiguo de la Virgen, con el fin de reproducir copias para su difusión.
Los grandes beatos y santos turineses han estado a lo largo de los siglos muy vinculados al Santuario de la Consolata. Entre ellos, San José Cafasso, que está enterrado en el interior del santuario, San Juan Bosco y San Leonardo Murialdo que acudían al templo con frecuencia, además, del Beato José Allamano, fundador de la Misión de la Consolata, que fue rector de la basílica desde 1880 hasta 1926.
Vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!» Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
El Consiliario
* »Se deberá evitar reducir el pecado mortal a un acto de opción fundamental -como hoy se suele decir- contra Dios, entendiendo con ello un desprecio explícito y formal de Dios o del prójimo. Se comete, en efecto, un pecado mortal también cuando el hombre, sabiendo y queriendo, elige, por cualquier razón, algo gravemente desordenado» (San Juan Pablo II).
* La falsa »moral de situación» enseña que la bondad o malicia de un acto humano no lo determina la Ley eterna universal e inmutable, sino que depende del estado anímico o de las circunstancias en que se encuentra la persona.
* San Juan Pablo II ha salido también al paso de este error: »Existen actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto. Estos actos, si se realizan con el suficiente conocimiento y libertad, son siempre culpa grave».
* La »nueva moral» niega la Ley natural a la que califican de moral cerrada y le contrapone una moral abierta que depende de la psicología, la sociología, la biología, etc.
* Sólo hay una verdadera moral: la Moral Católica. Sólo la Moral Católica ofrece y garantiza al hombre la verdadera moralidad, porque la moral católica reconoce:
* a) Un Legislador Supremo, con autoridad soberana para imponer obligaciones y deberes a los hombres.
* b) Una sanción eficaz para premiar o castigar, especialmente en la otra vida, todos los actos humanos, incluso los actos internos.
* c) Y ofrece un auxilio eficaz, la gracia divina, para superar los obstáculos y vencer las tentaciones que se opongan al cumplimiento de la Ley de Dios.
«La Virgen, desde hoy, es mi DIVINA PASTORA para toda mi vida. Ella, con su dulce silbido, me salvará de los caminos extraviados, guardará mi cuerpo y mi alma hasta llevarme al Cielo».