
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a yerme”.
Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Don Manuel
* “Y la experiencia diaria nos dice que en la misma medida que un español deja de ser católico pierde el amor a su Patria. Salvamos siempre honrosas excepcionales, que no hacen, al fin, más que confirmar la regla” (Gabriel de Armas).
* La historia de la Revelación divina, aunque es antigua y sobrenatural, aparece ante la investigación y a la crítica como una historia verdadera, bien fundada y documentada, vinculada a dos pueblos de singular relieve histórico: el pueblo de Israel y el pueblo cristiano, la Iglesia.
* La Revelación divina llega a los hombres por medio de dos conductos o fuentes: la Tradición divina y la Sagrada Escritura. Estas dos fuentes de revelación están tan unidas entre sí como las aguas del río a su cauce.
* De tal modo que no puede concebirse una Sagrada Escritura independiente de la Tradición divina ni una Tradición independiente de la Escritura. Son las dos fuentes de la Revelación que contienen el único depósito de la fe revelado por Dios a los hombres.
* La Tradición divina es la transmisión y conservación de la doctrina revelada por Dios desde el tiempo de los Apóstoles hasta nosotros, por medio de la predicación oral y la fe de la Iglesia. Jesucristo no escribió, predicó y enseñó de viva voz y encargó a los Apóstoles, no que escribieran, sino que predicasen.
* También los demonios creen y tiemblan.
* “El Señor guarda a los que le aman, pero destruye a los malvados” (Salmo 144).