
Y empezaron a celebrar el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Este le contestó:
«Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud». El se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Entonces él respondió a su padre: «Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado». El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado».
El Párroco
* Sin la gracia y las buenas obras “es una fe muerta”, como dice el apóstol Santiago: “Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente” (Sant 2, 24).
* “La fe es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida futura”. (Santo Tomás de Aquino).
* La primera afirmación de nuestra fe es: “Creo en Dios”. Dios es único: no hay más que un solo Dios. Dios es nuestro Padre que está en los cielos, Creador y Señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos.
* La confesión de la unicidad de Dios aparece ya en la Revelación divina del Antiguo Testamento: “Escucha Israel: el Señor Nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6, 4-5).
* “Nuestra época está caracterizada por varias formas de “manipulación” del hombre, pero no podemos ceder a ninguna de ellas” (San Juan Pablo II).
* Lloraré mi muerte ya, y lamentaré mi vida en tanto que detenida por mis pecados está. ¡Oh mi Dios! ¿cuándo será? Cuándo yo diga de vero: ¿Vivo ya porque no muero? (San Juan de la Cruz).
* “San Juan Pablo II ante doscientos mil jóvenes y adultos de los nuevos movimientos eclesiales, dijo que no sean flor de un día o de unos años. Que el tiempo y la fidelidad a la tradición, sean la piedra de toque de su autenticidad” (Padre Alba).