

12 Martes Feb 2019
Posted Artículos - Contracorriente
in12 Martes Feb 2019
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inHay que tener muy en cuenta la primera función del vestido, que por ningún concepto debe quedar frustrada. Es la que el mismo Dios le ha señalado: que sea el instrumento con que el pudor consiga su misión. Pudor, en el sentido estricto de la palabra es la vergüenza por todo acto sensual y por todas las cosas relacionadas con él. Esta vergüenza va acompañada de un movimiento espontáneo, de una tendencia a ocultar todo lo que tiene relación con los actos sensuales en uno mismo; y también a apartar de los sentidos lo que puede venir del exterior.
Puso Dios el pudor en la naturaleza humana cuando el pecado despertó en ella la concupiscencia; es decir la inclinación desordenada a los placeres sensuales, sin el control de la razón. Lo que más excita la concupiscencia es el desnudo. Por eso, al aparecer en el hombre la concupiscencia, Dios la puso como freno el pudor con la tendencia a cubrir la desnudez. Suele decirse: el cuerpo del hombre nada tiene de malo, es una obra primorosa de Dios; y por lo mismo, ningún inconveniente hay en contemplar su belleza. Es verdad que el cuerpo del hombre es una obra de Dios, que tiene su belleza. Así debían mirarlo los hombres. Así lo miraban Adán y Eva antes de sentir la concupiscencia. Y como sólo miraban eso, Dios les permitió que en el paraíso vivieran sin vestido. Ellos mismos no sentían vergüenza.
Pecaron; y uno de los efectos que produjo el pecado fue ver en el cuerpo algo más que la obra bella de Dios; algo que producía en ellos conmociones extrañas, de lo cual tuvieron vergüenza. Despertó la concupiscencia; y con ella apareció el pudor para contrarrestarla. Movidos por el pudor, procuraron cubrir la desnudez que les excitaba y les avergonzaba. Y la cubrieron como pudieron: Con hojas de árboles. Así, rudimentariamente vestidos; no se atrevían a presentarse delante de Dios, que les había creado y les había dado aquel cuerpo. La relación del Génesis es muy instructiva: Entonces se abrieron los ojos de ambos y comprendieron que estaban desnudos, por lo cual entretejieron hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores. Enseguida oyeron el ruido de pasos de Yahvé, Dios, el cual se paseaba por el vergel a la brisa de la tarde; y el hombre y su mujer se ocultaron a la presencia de Yahvé, Dios, entre la arboleda del vergel. Entonces Yahvé, Dios, llamó al hombre diciéndole:
– ¿Dónde estás?
– Y contestó:
– Oí el ruido de tus pasos en el vergel; y temeroso me escondí, porque estoy desnudo.
– A lo cual replicó Dios.
– ¿Quién te ha indicado que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que te mandé que no comieras?
Luego Yahvé, Dios, hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de piel y los vistió. Dios los vistió… Dios quiere que cubran aquella obra primorosa de sus manos. ¿Por qué hace esto el mismo Dios? Porque los hombres ya no miraban al cuerpo humano con la sencillez e inocencia de antes, le miraban con los ojos de la concupiscencia; y al mirarlo así, ya veían un incentivo que inflamaba las pasiones y levantaba deseos desordenados de placer.
Y como Dios conocía muy bien el desorden que había introducido el pecado en la naturaleza humana, por eso mandó a los hombres que se cubrieran y Él mismo les proporcionó vestido.
Y al rodar los siglos ¿la concupiscencia humana se ha extinguido o está más viva con los pecados individuales y las taras hereditarias que arrastran las generaciones? Los hombres cuando bailan con una mujer ligeramente vestida ¿admiran la obra maravillosa de Dios? Cuando van a espectáculos donde hay exhibiciones de nudismo ¿van para contemplar la obra de Dios y glorificarle por ella? Argüirás.
12 Martes Feb 2019
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inFrancisco Elías de Tejada
De esta suerte para nosotros hablar de España equivale a hablar de las Españas. Son dos facetas de la misma realidad histórica, dos puntos de mira para definir a un hecho único. Por fidelidad a la exactitud histórica, porque no somos arbitristas del pasado, porque pretendemos ser investigadores de la verdad oculta en el ayer, nuestra concepción de España y de las Españas es sólida, serena y clara; ayunta su unidad en la variedad, con mengua de mezquinas contraposiciones absurdas; recoge el legado de lo que fue, con certezas del presente y posibilidades de futuro; define a nuestras gentes en la unidad que las ató y en la diversidad en que participaron en los mismos ideales unidores.
Y ello es así porque arrancamos del hombre concreto y, de acuerdo con las más novedosas concepciones del pensamiento que tras siglos han venido a reconocer nuestras razones, colocamos el toque de las instituciones políticas en la anchura de las dimensiones históricas. Los teóricos del liberalismo o del absolutismo no podían entender a las Españas en su efectiva verdad de ser unas y varias, dado que obraban con suicida menosprecio de la historia; porque andaban empecinados en la quimera de definir a los pueblos echando mano de criterios físicos, con medidas de etnología o con catalogaciones geográficas de provincias calcadas de los departamentos de la Revolución francesa; porque para ellos era todo la lengua o el albedrío, sin tener en cuenta para nada las herencias de los padres; porque creían que el hombre es un ser abstracto, animal que come y se ayunta con la hembra, el “homo oecomicus” de las falsas teorizaciones revolucionarias.
Nosotros sí somos consecuentes, sí tomamos a la historia por criterio para la política. Por eso nosotros sabemos que lo catalán es una de las maneras de lo español; manera peculiar por lo que posee Cataluña de historia propia, de instituciones libres, de lengua primogénita entre las latinas para los quehaceres del pensamiento, de derecho que expresó por vez primera las fórmulas más excelsas de la libertad humana; manera española porque tantos logros propios fueron armas al servicio de los comunes ideales de las Españas, fueron decires católicos en polémicas de misión luliana contra el paganismo o la herejía, fueron naves imperiales españolas capaces de sellar con cuatro barras a los peces del mar latino; fueron capitanías de Luis de Requeséns en Flandes y tambores sonando a somatén en las escabrosidades del Bruch; fueron sensateces del “!seny” de Jaime Balmes en medio de la descalabrada Europa decimonónica y fueron tristeza de Narciso Feliú de la Peña y Farell en las horas amargas de la implantación del absolutismo dieciochesco. No cabe hablar, hermanos míos, de contradicción entre lo catalán y lo español sin incurrir en pecados de blasfemia contra las certezas de la historia. Cataluña es española precisamente por lo que de catalana tiene; por su idioma, por sus leyes, por sus instituciones, por el estilo catalán de la existencia. Tanto reniegan de la historia los liberales y absolutistas empeñados en desconocer la personalidad de Cataluña, como los falsificadores nuevos que pretenden ver en Cataluña algo que no sea español. ¡Como si la historia catalana, tan rica, tan eficaz en sus sistemas, tan acabada de perfecciones doctrinales, no fuera la más granada temática de fórmulas políticas, entre tantas fórmulas políticas cuantas enriquecen la total Tradición de las Españas!
(VERBO)
12 Martes Feb 2019
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inPadre Cano, m.C.R.
* No hay dignidad humana si no corresponde al orden establecido por Dios.
* La democracia es una bruja que se usa para asustar a los mayores, como si fueran niños.
* Democratismo y laicismo son los modernos enemigos del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.
* Evangelizar no es dialogar con el mundo que nos envuelve, es convertir a Cristo a los no creyentes.
* La fe no es un sentimiento, es un conocimiento supraracional en el orden sobrenatural. La fe es razonable.
* “Enséñame a amar la justicia y aborrecer la iniquidad, a fin de que pueda gozar de tus bendiciones eternamente” (Salmo).
* Lo moderno, lo democráticamente correcto, es destruir las tradiciones de los pueblos, las familias, las personas.