Recapitulada por el P. Cano
– SUEVOS, VÁNDALOS Y ALANOS
Por el mismo tiempo invadieron la península ibérica los suevos, vándalos y alanos. Procedían del otro lado del Rhin. Vencidos por los visigodos en la Septimania, se dirigieron a España por los Pirineos occidentales.
Los suevos y alanos tomaron la dirección noroeste (Galicia y Portugal) y los vándalos el centro y sur (Andalucía). A su paso, sembraron la destrucción y ruina en todas partes, sobre todo los vándalos, que destruían los templos católicos y saqueaban las ciudades; también eran arrianos.
Bajo la presión de los suevos y los visigodos, los vándalos pasaron al norte de África, donde continuaron sus devastaciones. En España quedaron los suevos en el norte y los visigodos en el resto.
Los suevos eran gentiles. Se convirtieron al Cristianismo hacia el año 450, con su rey Rechiario a la cabeza. No se consolidó la conversión del pueblo, porque los sucesores del rey Rechiario no eran católicos.
Más tarde, los suevos se aliaron con los visigodos y se hicieron arrianos. En el año 563 el pueblo suevo se convirtió al catolicismo.
Durante las invasiones de la Península conservaron su fe los antiguos católicos ibero-romanos.
– CONVERSIÓN DE LOS FRANCOS
Visigodos, vándalos, suevos, alanos, hunos y varios pueblos bárbaros, fueron pasando por las Galias, pero apenas dejaron rastro tras de sí. Los pueblos que se asentaron definitivamente fueron los borgoñones y los francos.
Los borgoñones se extendieron por la Borgoña, Saboya y parte de Suiza, y establecieron su capital en Lyon. Eran arrianos, pero se convirtieron pronto al catolicismo.
La mayor parte del territorio de las Galias fue ocupada por los francos, quienes darían el nombre definitivo al reino. Procedían del norte de Europa. Su rey más famoso fue Clodoveo (481-511). Se casó con una católica, la borgoñona Clotilde; enfrentado en una batalla decisiva contra los alemanes en el año 496, cuando su derrota era inminente, invocó al Dios de su esposa, prometiendo abrazar el catolicismo si vencía.
Conseguida la victoria, se hizo verdadero cristiano y fue bautizado por San Remigio, obispo de Reims. Más de tres mil nobles francos siguieron el ejemplo de su rey, a los que imitaron después la mayoría de la nación. Fue el único pueblo bárbaro que abrazó directamente el catolicismo que ya no abandonaría.
– LA INVASIÓN DE ITALIA
Italia padeció sucesivas y terribles invasiones de los bárbaros. Los hunos, que procedían del Asia central, invadieron el centro de Europa el año 430. En el año 452 entraban en Italia al mando de Atila, »Azote de Dios», destruyendo todo cuanto salía a su paso. Planeado todo para entrar a saco en Roma, le salió al encuentro el Papa San León Magno, que impresionó de tal manera a Atila que se retiró con su ejército.
San León Magno no pudo evitar que, tres años después, los vándalos destrozaran la Ciudad Eterna. Sólo consiguió de su jefe, Genserico, que respetara la vida de los ciudadanos.
El año 476, los hérulos, capitaneados por Odoacro, destronaron a Rómulo Augusto, acabando así con el antiguo Imperio Romano de Occidente.
Los ostrogodos, al mando de Teodorico, derrotaron a Odoacro (493-526). A partir del año 553, Italia fue provincia del Imperio Bizantino de Oriente. Los últimos invasores de Italia fueron los poderosos lombardos. Todos estos pueblos eran arrianos.
El año 585 se convirtió el rey lombardo Autharis por influjo de su esposa Teodolinda. El Cristianismo fue ganando terreno pero, hasta siglos más tarde, no se convirtió Italia al Catolicismo.
– INVASIÓN DE LAS ISLAS BRITÁNICAS
Las Islas Británicas fueron invadidas por los anglosajones el año 428. Incendiaron iglesias, asesinaron sacerdotes y casi destruyeron el Cristianismo británico, que quedó reducido al territorio de Gales. Sin embargo, pronto empezaría la nueva evangelización de las Islas, que se convirtió rápidamente en uno de los focos más fecundos del Catolicismo medieval.
El gran apóstol de Irlanda fue San Patricio, nacido el año 389 en Gran Bretaña y ordenado obispo el año 432. Organizó multitud de centros para la formación del pueblo y los sacerdotes, celebró Concilios y fundó muchos monasterios. Murió entre los años 461-463.
El gran apóstol de Escocia fue el abad San Columbano. El año 563 fundó un monasterio en Iona, desde donde, poco a poco, fue atrayendo al Cristianismo a toda la región. Antes de morir tuvo el consuelo de bautizar al rey de los pictos, invasores de Escocia.
La conversión de los anglosajones fue obra del Papa San Gregorio el Grande (590-604), que envió a San Agustín y 39 monjes para evangelizar la Isla.