Recapitulada por el P. Cano

– LOS CONCILIOS DE ELVIRA Y ZARAGOZA

La historia de la Iglesia visigótica en la España de los siglos VI y VII es uno de los hechos más importantes de la Historia Universal de la Iglesia.

Antes de las invasiones bárbaras se había celebrado en Elvira, cerca de Granada el primer concilio en territorio español. Sólo sabemos que comenzó el 25 de mayo del año 300 o 313. Se reunieron diecinueve obispos y veinticuatro presbíteros, presididos por Félix de Guadix.

Durante el siglo IV tenemos noticia de otro concilio celebrado en Zaragoza el año 380. En el siglo V, siglo de invasiones bárbaras, se altera el desarrollo normal de la Iglesia. Pronto empieza a reorganizarse y a rehacerse, sobre todo con los concilios de Toledo.

– CONVERSION DEL PUEBLO VISIGODO

El sacrificio de Hermenegildo no fue estéril. Leovigildo, al fin de su vida, cambió de conducta con los católicos. Aconsejó a su hijo Recaredo que se convirtiera y que hiciera la unión de España en la fe católica.

Recaredo, nada más subir al trono el año 586, mandó celebrar una asamblea de obispos arrianos y el rey, instruido por San Leandro exhortó a todos los obispos arrianos a que abrazaran el Catolicismo.

Recadero devolvió los bienes confiscados a los católicos, y los que habían sido desterrados pudieron volver a España.

El paso decisivo para la unidad de España se dio en el III Concilio de Toledo, el año 589. Asistieron sesenta y dos obispos y cinco arzobispos, presididos por el heroico Massona. El rey y la reina y una gran multitud de nobles, abrazaron solemnemente la fe católica, que desde entonces fue la religión oficial de España.

La conversión de Recaredo y del pueblo visigodo fue sincera. Sucesivos concilios toledanos completaron la obra que estuvo a punto de ser destruida por el sucesor de Recaredo, Linva: su asesino Viterico, intentó rehabilitar el arrianismo. Todos los esfuerzos fueron inútiles, el Catolicismo floreció en el reino visigodo.

Personajes importantes de este tiempo fueron: Massona, San Martín de Dumio y San Fructuoso, metropolitanos de Braga; San Braulio, de Zaragoza; los santos hermanos San Leandro y San Isidoro de Sevilla; San Ildefonso y San Julián de Toledo.

– LOS CONCILIOS DE TOLEDO

El primer Concilio de Toledo celebrado el año 400 y el segundo del año 527 apenas tuvieron importancia. No así el tercero, que fue de trascendencia universal por la conversión de Recaredo y el pueblo visigodo.

Los concilios de Toledo eran convocados por el rey y tenían carácter de asambleas nacionales; las decisiones en los asuntos civiles las tomaban conjuntamente seglares y eclesiásticos, pero en las cuestiones eclesiásticas intervenían sólo los eclesiásticos.

Los Concilios de Toledo eran verdaderos tribunales civiles en los que se presentaban causas de excepcional importancia. La autoridad de las decisiones del Concilio estaba por encima de la autoridad de los monarcas; pero generalmente necesitaban la aprobación del rey.

Se ha discutido si los Concilios de Toledo eran una especie de cortes nacionales o asambleas meramente eclesiásticas. Antiguos historiadores los consideran como verdaderas cortes. Otros creen que es más exacto decir que los Concilios de Toledo eran asambleas mixtas, fundamentalmente eclesiásticas, pero con atribuciones civiles.

– GRANDES CRISTIANOS DEL SIGLO IV y V

En el siglo IV sobresalieron en España el obispo Osio de Córdoba, el Papa San Dámaso y el emperador Teodosio I, que trabajó incansablemente por evangelizar el Imperio Romano.

En el campo literario destaca el obispo de Barcelona San Paciano (+391), que es a la vez el teólogo más importante de su tiempo. Trabajó mucho contra las herejías y su carácter afable y lleno de unción convirtió a muchos descarriados. Se conservan tres obras suyas: »Sobre el Bautismo», »Exhortación a la Penitencia» y tres cartas contra un novacionista llamado Sempronio.

El poeta cristiano más destacado fue Prudencio, que nació el año 348, probablemente en Calahorra. Menéndez Pelayo dice que »fue el poeta más inspirado que vio el mundo después del Horacio y antes que el Dante».

El siglo V, debido a las convulsiones políticas de la Península, ofrece pocos hombres notables desde el punto de vista literario. Uno de los más dignos de mención fue Pablo Orocio, sacerdote de Braga, que se enfrentó contra el pelagianismo. Así como el cronista Idacia, nacido en Galicia en el año 390, y el obispo Aqua Flavia (Portugal).

A finales de siglo brilló el poeta Draconcio, originario de la Bética. Finalmente debemos citar el famoso »Itinerario de Eteria». Se trata de un relato muy interesante de la peregrinación hecha a Tierra Santa por la virgen española Eteria, natural de Galicia.