JEAN DUMONT, Historiador francés
ISABEL LA CATÓLICA, LA GRAN CRISTIANA OLVIDADA
LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA, ¿PATINAZO O PLAN ORGANIZADO? (IV)
La nobleza formidablemente enriquecida
Además, la Revolución supuso para la nobleza, al mismo tiempo que el mantenimiento de los derechos señoriales y de su presencia dirigente, una formidable plusvalía patrimonial. Ya que al suprimir el no-vallado de sus tierras y al suprimir la rotación colectiva de cultivos, que les perjudicaba en beneficio de los pobres durante el sistema señorial, se permitió desde entonces a la nobleza la explotación de sus dominios en su único provecho. Lo cual significa una gran diferencia, en renta y en valor venal: más del doble. La supresión de las justicias señoriales libera a la nobleza de la carga que representaban para ella; Voltaire, señor de Ferney, había felicitado a Luis XV cuando había considerado la idea de que las sostuviera el Estado. La supresión del diezmo, impuesto de la Iglesia aplicado a los propietarios, especialmente a la nobleza, es un «gran regalo» —como lo constató entonces Luis XVI cuando se dirigió a las Cortes constituyentes en provecho de los nobles y de los otros propietarios. En fin, Hampson. recalca: «La indemnización pagada por el Estado a los propietarios de cargos cuya venialidad había sido abolida, y que el marqués de Ferrières evaluaba en 800 millones de libras, hizo que llegaran a manos de la nobleza militar y letrada un gran capital líquido, en el mismo momento en que los bienes de la Iglesia se ponían a la venta». La nobleza, más opulenta que nunca, se aprovecha evidentemente de la situación. Incluso en la Vendée, donde dos de los principales jefes nobles de la futura revuelta, el ex-caballero de Elbée y el ex-marqués de Bonchamp, se presentan como compradores de los bienes de la Iglesia, puestos a la venta a precio de rebajas.