D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973
Humanismo de depresión. – El humanismo de depresión, que está representado, como se apuntó antes, por algunas formas recientes, no por todas, del llamado existencialismo, el de Sartre y otros, hace notar oportunamente que el humanismo de exaltación comete fraude. El humanismo de exaltación niega a Dios o, si no lo niega, sostiene que no es necesario contar con Dios y se desentiende de Él, que es lo mismo, pero afirma «valores divinos». Las aspiraciones, realizables con fuerzas humanas en el futuro, son «divinas», son valores «de paraíso». Ahora bien, negar o excluir a Dios y afirmar valores divinos es hacer trampa. Esta es la denuncia esencial del existencialismo. Si queremos afirmar la libertad del hombre como autónoma, hagámoslo en serio; digamos: no hay más que libertad del hombre y atengámonos a las consecuencias. Si no hay más que libertad del hombre y si esta libertad no se refiere a valores más altos que ella, que le sirvan de cauce y de meta y le den sentido, la libertad es libertad pura, que equivale a esclavitud pura. Sin camino sólido que resista nuestra presión, sin dirección preferente, que en cierto modo canalice las energías, la libertad pura es como una caída en un vacío inmenso, sin sentido, absurda. Cualquier programa inmediato, que yo me trace, no vale ni más ni menos que cualquier otro; no hay sistema de referencias por el que podamos medir el mayor o menor valor de nuestras decisiones o actitudes, si no es el criterio infecundo de lo que en ese ámbito se llama autenticidad. Libertad pura es «pasión inútil», y puesto que el hombre no es más que eso, caemos en la negación del hombre.