* “El rasgo dominante de la política moderna es el asalto del Estado vampiro” (Miguel Ayuso).
* “Practicar el bien, y no os atraparán el mal” (Tobías 5, 12).
* “Para retener las cosas en la memoria es preciso poner atención, se da uno cuenta de lo que entra y de lo que queda” (Armonía Cartujana).
* La enfermedad es la mejor canción para enmendar la vida y volverse a Dios, “porque piadoso y compasivo es el Señor, perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación” (Eclesiásticos 2, 13).
* Ese ideal persiste hoy en muchos españoles que trabajan en todos los campos para que Cristo reine en España y en el mundo entero. Realeza de Cristo que consiste en el restablecimiento de la Verdad en el orden natural y sobrenatural. Verdad que debe inspirar las leyes de los Estados, santificar las costumbres, iluminar la enseñanza. Verdad que puedes conocer estudiando la doctrina social y política del Magisterio de la Iglesia.
* En una de sus visitas a España, Su Santidad San Juan Pablo II, dijo: “Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica”.
* Aquella fe y valentía de nuestros mayores que admiró al mundo entero en la persecución religiosa de los años 1936-39: “Los enemigos de Jesucristo han querido hacer en España un experimento supremo de las fuerzas disolventes repartidas por el mundo. Y la heroica España, la nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica.
En España existía ya la Inquisición Medieval, cuya actividad se desarrolló únicamente en Aragón. La nueva Inquisición, fundada por los Reyes Católicos, se instituyó para atajar el inmenso peligro que suponían para la fe los Marranos, falsos judíos conversos. Así lo testifican los documentos de aquel tiempo y lo admiten hoy los historiadores más famosos.
Como los esfuerzos de los Reyes para infundir la fe y sentimientos cristianos a los falsos conversos fueron inútiles, pensaron que el único remedio era la Inquisición. Así, pues, el año 1478 obtuvieron del Papa Sixto IV la bula que les concedía la facultad de elegir inquisidores que aplicaran el derecho vigente contra los herejes. Los primeros inquisidores fueron Miguel de Morillo y Juan de San Martín, quienes iniciaron sus actividades el mes de enero de 1481, en Sevilla.
El primer inquisidor general fue el dominico Tomás de Torquemada (1483). En 1484 compuso las primeras instrucciones generales en una asamblea reunida en Sevilla. Aunque empleó algún rigor, es falsa la leyenda de su crueldad. En su tiempo se reconciliaron muchos Marranos.
– PROCEDER DE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA
Generalmente los procesos se iniciaban por las denuncias recibidas en el tribunal de la Inquisición. Las denuncias anónimas eran rechazadas por el inquisidor. Cuando las denuncias parecían suficientes, se encarcelaba al presunto hereje.
El protestante E. Schafer, después de estudiar unos doscientos procesos, afirma que “las cárceles secretas de la Inquisición española eran las más suaves de su tiempo”.
La primera audiencia con el preso se tenía dentro de los ocho días de su encarcelamiento. El inquisidor le preguntaba sobre su ascendencia y las oraciones del cristiano, y le inducía a decir claramente si había cometido algo contra la fe. Si el preso confesaba su culpa, era tratado con benignidad; si perseveraba en su negativa, se le hacían tres moniciones en tres días distintos, rogándole por Dios y por la Virgen que dijera la verdad.
Después anunciaban al reo que tenía una acusación del fiscal que éste le leía. Generalmente los presos negaban casi todos los puntos: los explicaban a su modo. Entonces se le designaba al preso un abogado y se le daba una copia de la acusación. Con ella el abogado componía la primera defensa del reo. Después había una segunda defensa presentando los puntos más favorables al acusado.
Además, el reo disponía de un tercer medio de defensa, los testigos de abono, que normalmente eran parientes o amigos suyos que daban testimonio de su buena conducta.
– LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA Y LA TORTURA
Si las pruebas eran convincentes, el tribunal de la Inquisición daba sentencia absolutoria o condenatoria. Pero si eran dudosas, con indicios positivos en contra, y el reo no lo quería reconocer, se procedía al tormento, que era el modo de proceder de todos los tribur1ales de aquel tiempo.
La Inquisición española fue parca en usar el tormento. No lo empleó en todo el siglo XV y después sólo en pocas ocasiones. Y nunca empleó el tormento del fuego, ni el que produjera sangre o destrozara miembros, como hacían otros tribunales de su tiempo.
Aun concediendo algunos excesos de rigor de algunos inquisidores, la Inquisición preservó a España de la herejía y de las consiguientes guerras de religión, que produjeron miles de víctimas en otras naciones.
– TESTIMONIOS MODERNOS SOBRE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA
La leyenda negra elaborada por el odio de los enemigos de España que presenta al tribunal de la Inquisición española como el sumo de la crueldad y el oscurantismo es solamente eso, leyenda.
El especialista danés Gustav Henningsen ha escrito: “Las actas de los procesos de la Inquisición española, según la naturaleza de los delitos, nos recuerdan los diagnósticos médicos, las notas de un psicólogo, los análisis detallados de un sexólogo, los apuntes sobre el terreno de un antropólogo, los estudios de casos de un sociólogo, los análisis fenomenológicos de un historiador de las religiones, las descripciones de un historiador de la Iglesia o el esfuerzo de análisis de un historiador literario”. En 1979 decía Bennassar: “Si la Inquisición española hubiese sido un tribunal como los demás, no dudaría en concluir, sin miedo a la contradicción y con desdén a las ideas recibidas, que fue superior. Sin duda fue más eficaz. Pero también más exacta, más escrupulosa. Una justicia que practica un examen atento a los testimonios, que acepta sin regatear las recusaciones por los acusados de testigos sospechosos, una justicia, que tortura poco; una justicia preocupada por educar, por explicar al acusado por qué erró, que regaña y aconseja, y en la que las condenas definitivas sólo golpean al reincidente”.