
Publicado por manuelmartinezcano | Filed under Artículos - Contracorriente
20 domingo Ene 2019
20 domingo Ene 2019
Posted Artículos - Contracorriente
inLa Santa Misa es la llave de oro del Paraíso.
(San Leonardo de Parto Mauricio).
20 domingo Ene 2019
Posted Sintonía con la jerarquia
inVigilancia y oración son dos palabras para el Adviento, porque el Señor vino en la historia en Belén, y vendrá, al final del mundo y también al final de la vida de cada uno. Pero el Señor viene cada día, cada momento, a nuestro corazón, con la inspiración del Espíritu Santo. Y así es bueno preguntarse: ¿Yo escucho, sé lo que pasa en mi corazón cada día? ¿O soy una persona que busca novedades, con la expectativa de los atenienses que iban a la plaza cuando llegó Pablo: qué novedades hay hoy? Es vivir siempre de las novedades, no de la novedad.
¿Es posible educar cristianamente a los hijos? A menudo, hoy, la renuncia de las familias a su misión educativa no nace de la falta de convicción del deber-educar. Nace del desaliento: educar es algo imposible. Se trata de un sentimiento de derrota ante fuerzas que se consideran invencibles y con las que es mejor «pactar» (por ejemplo, los medios de comunicación). Debemos liberar totalmente nuestro corazón de este sentimiento de impotencia, que no tiene fundamento… Los verdaderos peligros para la educación de la familia son los que ponen en peligro la verdad de la comunión interpersonal: el poco tiempo pasado juntos, un diálogo que se detiene en la superficie de la vida o la imposibilidad-incapacidad de ofrecer respuestas sólidas a las preguntas de los hijos… (Ser padre) es el oficio más difícil de todos porque es el más fácil de todos. Es como el «oficio de vivir». Es el más difícil porque se trata de generar a una persona humana y nada es más grande que una persona humana; es el más fácil, porque se educa sencillamente conviviendo.
¿Cómo puede hacerse esto? El Evangelio nos dice: “El que obra según la verdad sale a la luz”. Dejemos que la luz del Espíritu Santo ilumine nuestra vida de manera concreta, incluso en las partes más íntimas de nuestro ser más profundo. Actuar de acuerdo con la verdad es primero poner a Dios en el centro de nuestras vidas, igual que la Cruz es el centro de esta catedral. ¡Hermanos míos, elijan acudir a Él todos los días! En este momento, comprométanse a guardar unos minutos de silencio todos los días para dirigirse a Dios y decirle: “¡Señor, reina en mí! ¡Te regalo toda mi vida!”.
Tened y mantened una familiaridad con Jesucristo. Lo primero es estar con Él. Esto significa que el camino que hemos de hacer, como es caminar desde Cristo, tiene que realizarse desde una familiaridad con Él. Permanecer en su amor, es lo que garantiza el dar fruto. Tened y mantened en vuestra vida el espíritu de salida. Siempre saliendo de vosotros mismos y marchando al encuentro del otro. ¿Os habéis dado cuenta de que, cuando más nos unimos a Jesús y se convierte en el centro, Él nos hace salir más y más de nosotros mismos, nos descentra y nos abre a los demás? Unidos a Jesús salgamos al encuentro de los hombres.
María así muestra su grandeza de mujer y de creyente. Es la dignidad de una mujer que se siente contenta consigo misma y que está realizando la vocación para la que ha sido llamada. Una mujer y discípula que entiende que la verdadera alegría es dar y compartir. A veces la vida nos parece estúpida, inútil para nosotros y para los demás. Nos cerramos por dentro para defendemos, para estar seguros de nuestras cosas y con aquellos que amamos. Pero el verdadero discípulo sabe ponerse en camino, abandonar sus seguridades y ofrecerse en servicio a los demás. Entonces encontramos la verdadera libertad que salva, que hace crecer, que sirve y fortalece a los hermanos.
En primer lugar, hay que recordar el carácter sagrado e inviolable de la vida humana desde su origen en la fecundación hasta su fase terminal y la muerte. Como nos revela la Sagrada Familia, la vida humana es un don de Dios. Así lo expresamos respecto a nosotros con la palabra procreación que indica la colaboración del padre y de la madre en la obra creadora de Dios. La vida humana es, por tanto, sagrada y está custodiada por el mandamiento de Dios: ¡No matarás! Del mismo modo el matrimonio, unión del varón y de la mujer elevado a sacramento eficaz de gracia, es una unión sagrada custodiada también por la gracia sacramental y la palabra definitiva del Señor: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mt 19, 6).
En este punto entra de nuevo en escena el filósofo, y manda al historiador que ordene sus estudios conforme a lo que prescriben los preceptos y leyes de la evolución. El historiador vuelve a escudriñar los documentos, a investigar sutilmente las circunstancias y condiciones de la Iglesia en cada época, su fuerza conservadora, sus necesidades internas y externas que la impulsaron al progreso, los impedimentos que sobrevinieron, en una palabra, todo cuanto contribuya a precisar de qué manera se cumplieron las leyes de la evolución.
20 domingo Ene 2019
Posted Dominicas
inEl Párroco
* No se que enseñan los teólogos de nuestros días. Pero es verdad que Jesús en el Cielo nos escucha y goza. ¡Podemos dar consuelo y alegría a Jesús en el Cielo!
* Dice Santo Tomás de Aquino que: «La esclavitud del pecado es la peor de todas, porque no puede evitarse, ya que a cualquier parte que el hombre vaya lleva el pecado dentro de sí, aunque su acto y placer haya pasado». Recordemos que el pecado lleva al infierno.
* Nuestras miserias no impiden nuestra unión con Dios. Es nuestra desconfianza la que nos aleja de Dios. «La santidad no está en tal o cual práctica, sino que consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad, y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre» (Santa Teresita del Niño Jesús).
* Alguien me envía su respuesta, diciendo que estoy loco que soy un peligro para la sociedad. Otros responden diciendo que soy un santo. En el Antiguo Testamento Dios nos dice: «Sed santos como Yo soy santo. Y Cristo nos manda que «seamos perfectos como nuestro Padre es perfecto». Queda claro. Creerse que uno es santo es una locura. Pero debemos ser santos.