«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos les contestaron: «Sí». Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Mossèn Manel
* El marxismo, más que una doctrina social, es un sistema económico, es directamente un ateísmo agresivo y brutal.
* “De vosotros, Pastores, los fieles de vuestros países espera y reclaman ante todo una cuidadosa y celosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo” (San Juan Pablo II).
* “Los liberales no quieren reconocer el Magisterio de la Iglesia, como único autorizado por Dios para proponer a los fieles la doctrina revelada y determinar su sentido genuino” (Sardá y Salvany).
* Liberalismo, que es herejía y las obras liberales, que son obras hereticales, son el pecado máximo que se conoce en el código de la ley cristiana.
* El don de temor inclina nuestra voluntad al respeto filial de Dios; nos aparta del pecado porque es una ofensa a Dios y nos hace esperar en los poderosos auxilios divinos.
* No se trata del temor servil que nos da recordar nuestros pecados, ni tampoco del miedo del infierno, sino del temor reverencial y filial que nos mueve a huir de todo lo que pudiera ser ofensa de Dios.
* Las virtudes sobrenaturales nos capacitan para los actos normales de la vida cristiana, mientras que los dones del Espíritu Santo nos capacitan para actos extraordinarios y heroicos.
El siglo XIII es el del gran apogeo de la Escolástica. Se caracteriza por el triunfo del sistema especulativo, basado en la dialéctica estricta, por el predominio del aristotelismo y por la actuación decisiva que tomaron las Órdenes mendicantes en las discusiones escolásticas.
Fueron grandes escolásticos Alejandro de Hales, San Buenaventura, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino.
El primer escolástico franciscano que consiguió una cátedra en París (en el año 1231), fue Alejandro de Hales. Su obra principal fue la “Summa universae Theologiae”. Murió en el año 1245. Ha pasado a la historia con el nombre »Doctor Irrefragabilis».
San Buenaventura (1221-1274) nació en Viterbo; su nombre de pila era Juan. A los cuatro años fue curado por San Francisco de Asís, quien le dio el nombre de Buenaventura. Entró en la Orden franciscana y fue discípulo de Alejandro de Hales. Desde 1247 a 1257 enseñó teología en el colegio franciscano de París, al mismo tiempo que Santo Tomás enseñaba en el de los dominicos.
San Buenaventura fue general de los franciscanos de 1257 a 1273. Sus obras teológicas se distinguen por una dialéctica clara y concisa y por una unción, misticismo y belleza que lo hacen uno de los autores más leídos del siglo de oro de la Escolástica. Era conocido como el “Doctor Seráfico”.
– SAN ALBERTO EL MAGNO
San Alberto Magno, nacido en Lavingen de Suavia (Alemania), es una gloria insigne de la Orden de Predicadores. Enseñó Teología en varios colegios de la Orden. En 1245 se trasladó a París, donde obtuvo el grado de Maestro y se dedicó a la enseñanza, con tal éxito, que no cabían los alumnos en las aulas, por lo que se vio obligado a dar las clases al aire libre.
De 1248 a 1260, organizó un nuevo colegio dominicano en Colonia (Alemania). Más tarde fue llamado a la Curia pontificia para desempeñar el cargo de »Magister palatii». Volvió a Colonia, donde perseveró enseñando hasta su muerte en el año 1280.
El mérito principal de San Alberto consistió en haber sido el primero en presentar, en su conjunto, todos los nuevos elementos de los escritos aristotélicos y de los autores árabes y judíos, fundidos y acomodados a la ciencia y filosofía cristiana. Sus contemporáneos le dieron el título de »Magno» y Doctor Universal.
– SANTO TOMÁS DE AQUINO
La gran obra iniciada por San Alberto Magno, fue completada por su discípulo Santo Tomás de Aquino (1225-1274). Nació en Roccasecca, cerca de Nápoles, de familia noble. A los diecinueve años entró en la Orden de Predicadores, que conoció durante sus estudios universitarios en Nápoles. Estudió en París y Colonia. Por su afición al estudio fue designado con el mote de »buey mudo».
Fue ordenado sacerdote en 1250, a pesar de la oposición de su familia, sobre todo de su madre. En 1252 aparece en París, donde había estallado una batalla encarnizada para eliminar de la enseñanza de las Universidades a las Ordenes mendicantes. Santo Tomás defendió el derecho de los religiosos y el resultado fue un éxito. En 1256 los religiosos fueron admitidos oficialmente en el cuerpo de profesores de la Universidad.
La actividad docente de Santo Tomás comienza en 1252 y termina con su muerte, 22 años después. Fue profesor en París, en la Curia pontificia, en el Colegio dominico de Roma, en Viterbo, otra vez en París y, finalmente, en Nápoles. Su actividad literaria en este tiempo, relativamente corto, fue portentosa; pero sobre todo fue maravillosa la profundidad de su talento y su genialidad en la creación o formulación de un sistema completo de Filosofía y Teología.
Santo Tomás cristianizó, por decirlo así, la filosofía aristotélica. Sus escritos se caracterizan por el orden y la claridad. Escribió obras exegéticas, oratorias, ascéticas, litúrgicas, filosóficas y teológicas. Entre estos trabajos sobresale la »Suma contra Gentiles», que tiene como fin convencer filosóficamente al incrédulo para que acepte el dogma cristiano.
La obra magistral de Santo Tomás es la »Suma Teológica», donde desarrolla la mejor síntesis de la teología cristiana, conocida hasta entonces.
Santo Tomás fue indudablemente uno de los hombres de más talento que ha producido la Humanidad. Su acrisolada santidad y la nobleza de su carácter ha sido para la Iglesia y para la Orden de Predicadores una de las mayores glorias. Ha pasado a la Historia con el título de »Doctor Angélico».