Papa Francisco
Ese es el anuncio de Cristo. Los mártires demuestran que el anuncio fue de verdad. Hombres y mujeres que dieron la vida -los apóstoles dieron la vida- con su sangre; y también tantos hombres y mujeres escondidos en nuestra sociedad y en nuestras familias, que dan testimonio todos los días, en silencio, de Jesucristo, pero con su propia vida, con esa coherencia de hacer lo que dicen. Todos, con el Bautismo, asumimos la misión de anunciar a Cristo. Viviendo como Jesús nos enseñó a vivir, en armonía con lo que predicamos, el anuncio será fructuoso. Si, en cambio, vivimos sin coherencia, diciendo una cosa y haciendo lo contrario, el resultado será el escándalo. Y el de los cristianos hace mucho daño al pueblo de Dios.
Cardenal Robert Sarah
Queridos peregrinos de Francia, ¡miren esta catedral! ¡Sus antepasados la construyeron para proclamar su fe! Todo, en su arquitectura, su escultura, sus ventanas, proclama la alegría de ser salvo y amado por Dios. Sus antepasados no fueron perfectos, no carecieron de pecados. ¡Pero querían dejar que la luz de la fe iluminara su oscuridad! Hoy, tú también, pueblo de Francia, ¡despierta! ¡Elige la luz! ¡Renuncia a la oscuridad!
Cardenal Carlo Caffarra
¿Por qué el matrimonio es indisoluble? La indisolubilidad no es, ante todo, una cuestión moral («los esposos no deben separarse»), sino ontológica: el sacramento obra una transformación en los cónyuges, por lo que, dice la Escritura, no son dos, sino uno… (Como efecto del consentimiento matrimonial) se consigue una realidad permanente que transforma la propia persona de los dos esposos en su relación al convertirlos en signo real de la unión de Cristo con la Iglesia… Dios tiene una idea del matrimonio, que ha grabado con su mano creadora en la misma constitución de la persona humana… No se debe pensar en la idea que el Creador tiene del matrimonio como una ley a la que el hombre debe someterse; o un ideal hacia el que tender. No es una ley moral, tampoco un ideal, sino que es la íntima verdad de la persona humana.
Cardenal Carlos Osoro Sierra
Tened y mantened en este mundo la mirada de Cristo. Recordad siempre estas palabras del Papa Benedicto XVI: “La Iglesia no crece por proselitismo. Crece por atracción”. Y os aseguro que lo que atrae es el testimonio, la coherencia con la propia vida. Para mantener la mirada de Cristo hacia todos los hombres hace falta amor, un amor cada vez más intenso a Cristo y un amor a su pueblo.
Obispo Felipe Arizmendi Esquivel
En su discurso inaugural, el nuevo Presidente de México arremetió insistentemente contra el neoliberalismo, culpándolo de todos los males del país. En gran parte tiene razón, pero hay que matizar muchas cosas. No somos una nación en quiebra, a pesar de la enorme deuda externa, del fracaso de la política petrolera, de la pobreza extrema en algunos sectores, de la vergonzosa corrupción, la violencia, la inseguridad y la impunidad. Eso es totalmente cierto, pero no todo es por el sistema económico vigente. En muchos aspectos, el país ha avanzado.
Obispo Enrique Díaz Díaz
La vida que va empezando en sus vientres las transforma y llena de fortaleza. No teme Isabel los peligros que comporta un embarazo en la ancianidad. No teme María las dificultades que afrontará en su primer y único alumbramiento. ¡Cómo nos enseñan estas dos sencillas mujeres el verdadero valor de la vida! Están dispuestas a defenderla a pesar de los graves problemas que les acarreará. Sería la primera y gran enseñanza: defender la vida. Defender la vida que empieza silenciosa y callada en el vientre de una madre, pero también la vida que agoniza en el olvido y el dolor de un anciano. Defender siempre y en toda ocasión la vida. Protegerla, cuidarla, hacerla florecer. Es el destino del verdadero creyente.
San PÍO X
Pascendi Dominici Gregis (76)
Puede alguna vez acaecer que ciertas partes de la Biblia, como las epístolas, sean el mismo hecho creado por la necesidad. Sea de esto lo que quiera, hay una regla fija, y es que la fecha de un documento cualquiera se ha de determinar solamente según la fecha en que cada necesidad surgió en la Iglesia. Hay que distinguir, además, entre el comienzo de cualquier hecho y su desarrollo; pues lo que puede nacer en un día no se desenvuelve sino con el transcurso del tiempo. Por eso debe el crítico dividir los documentos, ya distribuidos, según hemos dicho, por edades, en dos partes -separando los que pertenecen a su desarrollo-, y luego de nuevo volverá a ordenarlos según los diversos tiempos.