Año de la fe

jesús crucificado y maríaLa absoluta confianza y abandono en Dios fue uno de los rasgos que más sobresalen en la vida de la Madre María Félix, tal y como podemos ver en esta anécdota de 1931, recogida de sus escritos autobiográficos.

«Había en Lérida una Profesora en la (Escuela) Normal que hacía mucho daño a las alumnas. Me llegaba al alma y le dije al Padre (Serrat) que los mismos instrumentos que ella esgrimía para el mal podía yo esgrimirlos para el bien. Por otra parte, se temía que la República impidiese la enseñanza a los colegios de Religiosas. Bien consideradas todas las cosas, decidimos abrir una Academia sólo para niñas mayores.

El Señor proveyó y la Academia se abrió. Empezamos con bastantes niñas de familias de buena posición, pero los gastos eran superiores a los ingresos y tuvimos que buscar un local más económico. Después, económicamente fue siempre de bien en mejor, sin andar nunca con demasiado dinero. Jamás atesoramos nada, y tenía por hurto a Dios reservar algo para los veranos o para épocas difíciles. Pero nuestro Señor proveyó siempre como Padre.

Recién instalada la Academia, antes de empezar las clases, llegó al cobro una factura del electricista o lampista cuyo importe era de cincuenta pesetas. Un verdadero capital para mí, que hacía mucho tiempo no tenía un solo céntimo. Pero entonces no había visto nunca devolver una factura sin abonar su importe y ni se me pasó por la mente rogar que aplazase el cobro. Cogí la factura y dije al operario que esperase un momento y con ella me fui a arrodillar ante un Cristo que presidía la sala de visitas y le dije al Señor: “Pagadla Vos, que yo no puedo” y al momento volvieron a llamar a la puerta. Era la muchacha de una señora, Mangrané, que había venido a inscribir a su hija Pilar y que en un sobre me traía el importe de una mensualidad. Exactamente cincuenta pesetas. Las di al operario y me fui a besar al Cristo».